Con más de tres cuartos de entrada, se han lidiado toros de Torrestrella, desiguales en todo, presencia, fuerzas y juego. Enrique Ponce, una oreja y una oreja tras dos avisos Pepín Liria, dos orejas y vuelta al ruedo tras aviso El Fandi, ovación y ovación tras aviso. Que el público de Murcia es fácil no es cuestión de negarlo ni de certificarlo. Pepín Liria sabe bastante de ello. El, es cierto, se entrega, allá penas si lo que hace es más o menos ortodoxo, ya que busca el efectisimo y a fe que con este público lo consigue. La bronca al palco por negarle la oreja en su segudno es de las que hacen época. De todas formas justificó su presencia, haciendo lo que ha hecho siempre, entregarse a dar satisfacción a sus paisanos. Con Ponce, también sabemos lo que va a dar de sí. Y lo hace con esa prosopopeya y ritual. Mejor en su segundo, al que fue cuidando con esa técnica que se le reconoce y mimando en los muchos muletazos que le fue sacando. El Fandi venía a por todas, con su estilo particular, pero no le llegó el éxito ni a través de las banderillas ni con los aceros en el sexto, el mejor del encierro. |