Con tres cuartos de entrada se han lidiado seis toros de Núñez del Cuvillo, algo débiles pero de juego muy interesante. Mansos 1º y 3º, aunque toreables, 2º y 4º bravos y 5º y 6º con opciones pero sin virtudes claras. Terciados y con cara. Les faltó el remate que deviene del cuajo. El 6º, menos ofensivo, mal presentado. Antón Cortés, palmas y una oreja Serafín Marín, una oreja y ovación tras aviso Eduardo Gallo, pitos tras aviso y una oreja. Buena la corrida de Núñez del Cuvillo lidiada en la tarde de hoy en la plaza de toros de Albacete. No es que fuera la corrida soñada. No ha sido corrida de indultos ni tampoco de toros de vuelta al ruedo. Ha sido, sobre todo, interesante y con virtudes, aprovechada, en general, de manera mediocre por la terna anunciada. Mejor los toros que los toreros hoy en Albacete. Para cuando sea al revés. Y es que al conjunto de corrida le faltó algo de peso y un pelín de fuerzas pero el cómputo global apuntó nota alta. Conjunto terciado pero con leña para calentar todo un invierno. Encierro de puntos muy positivos como la movilidad y repetición lejana al toro malva. Todos tuvieron un aceptable comportamiento en varas y en la muleta fueron bien toreables. Pero hubo que torearla, cosa que consiguió con éxito Serafín Marín y Antón Cortés, pero sólo a ratos. Ratos aislados. Por esos ratitos aislados -predominaron los de el catalán- recibieron una oreja cada uno. Fácil y artista estuvo Serafín Marín con su primer oponente. Con mucho sitio y tiempos muertos en la realización de la faena para que el toro se repusiera -esa fue la clave de sus labores- le cogió el aire pronto a un bravo animal, terciado eso sí, del hierro titular. No obstante, a la faena le faltó contundencia, echándose en falta más reposo en la realización de los lances muleteros a pesar de que tuvieron enorme vibración. Se jaleó mucho en los tendidos esta labor. Pasó por las dos manos al animal, que demostró su gran condición viniéndose de lejos y con la boca cerrada. El único pero achacable al ejemplar es que dejó de humillar al final de la faena y terminó consumiéndose. De lo contrario, podría haber aspirado a ser uno de los toros mejores del abono albaceteño. Cortó una oreja tras pinchar sin soltar y recetar una estocada desprendida con derrame. Afrontó su segundo turno teniendo presente que con una oreja más conseguiría la puerta grande. Y así sonó el pasodoble. “Puerta grande” por la Banda de Música de Pozohondo aunque al final la cosa no quedara más que en el nombre de la hermosa pieza musical. Cuestiones denominativas que estuvieron reñidas con la rotundidad de Marín en la faena. Estuvo bien Serafín pero la condición del toro, gran animal al que le faltó energía, de ahí su embestida un punto rebrincada, pedía algo más. Entre que el animal perdió las manos varias veces y que el matador perdió de su mano la muleta, el todo de la faena no tuvo redondez ya que el “cuvillo” se fue al desolladero sin haber sido sometido con mando muletero en la medida oportuna. Concluyó su obra con unas eléctricas manoletinas donde se vio claro que el toro tuvo mucho más que torear. Estuvo mal con los aceros y fue ovacionado. De lo contrario podría haber cortado una oreja, pues el público la hubiera pedido, con lo que se hubiera consumado la puerta grande. Pero Serafín Marín no estuvo de puerta grande en Albacete. Puerta grande sólo el pasodoble de Elvira Checa. Después de Marín, en cuestión de interés artístico, está Antón Cortés que estuvo muy discreto en su primer turno, remontando la tarde en cierta medida frente a su segundo toro, con el que, tras brindar a su difunta madre, sacó varias tandas artísticas por el pitón izquierdo al bravo animal de Núñez del Cuvillo, que no humilló mucho y que perdió las manos en tres ocasiones. Poca contundencia de la faena en la que el matador albaceteño se mostró, como toda la tarde, espeso de ideas. Cortó una oreja tras matar de estocada atravesada y desprendida. Pudo estar mejor. Pero si en su segundo pudo estar mejor, en su primero lo debió estar. Con muchas distancias, sin exponer, entre probaturas y con prácticas precautorias muleteó por los dos pitones a un manso y noble de gran condición de Cuvillo. Le tocó mucho al torero la muleta con pases de vacuidad artística. Una vez que cortó el viaje por el pitón derecho, Cortés cogió la espada y recetó un pinchazo y una estocada caída. El toro fue pitado en el arrastre en una de las reacciones más incomprensibles de este irregular público albaceteño. Ver para creer. Y lo de Gallo, pues para no cantar mucho, la verdad. Y menos levantar la cresta en plan “gallito” porque hoy no justificó su inclusión en la feria de Albacete por la vía de la sustitución. A lo largo de la Feria 2005 se están viendo varios jóvenes matadores de toros que no se emplean en la faenas, bien porque no saben o porque no pueden. Son jóvenes toreros que les viene grande el estrellato y a los que parece que los triunfos que les lanzaron tuvieron una alta cuota de suerte. Otra vez, ver para creer. O ellos piensan que Albacete es una castaña o en Albacete nos pasamos de importantes. Más bien lo primero. Pues Albacete es la plaza de toros que da la Feria más importante en septiembre. Tomen nota los “Capea”, “Perera” y “Gallos”. Vulgar y sin estructura de faena estuvo Eduardo Gallo en su primero, un manso que ya dejó claro su defecto nada más salir, acabando por morir en la misma puerta de toriles. A pesar de ese defecto, el toro no se quiso comer a nadie. Hubo que dominar la embestida del veleto y bien presentado de Núñez del Cuvillo pero Gallo no mandó, ni menos templó. Completó su desafortunada actuación con la peor estocada de la Feria pues la espada asomó dos tercios de su longitud. Mal con el descabello, escuchó pitos tras un aviso. Con el que cerraba plaza, Gallo volvió a la anarquía y dejó al toro a su aire y sin someter. Allí nadie mandó. Sobró la música de la banda, faltó toreo del matador y el animal careció de fuerzas y pitones, a pesar de ser buen ejemplar. Muy muy toreable, enormemente pronto y alegre en el viaje. En la línea de lo visto. Y visto también queda que, en Albacete, con matar medio bien y hacer aseada faena sobra para cortar una oreja. Gallo mató de espadazo algo desprendido y de efecto a su segundo, sexto de la tarde, y la gente pidió la oreja que el presidente no tuvo más opción que conceder. Lo dicho: ver para creer. Y aunque no lo hayan visto, ya digo. Lo de Cuvillo, bien interesante hoy en Albacete. Ya parece que la ganadería se ha alejado del bajón de hace unos años, cuando cierto torero influyó de mala manera en el prestigioso hierro. Viene demostrando en Albacete que en esto del andaluz Joaquín Núñez el Cuvillo, toros hay de los que gustan. Bravos y no tan bravos, pero que gustan. Lo malo es que no se torean solos. Esa fue la pena para la terna. |