Con tres cuartos de plaza se lidiaron reses de “Puerto de San Lorenzo”, mansurrones y con trasmisión 1º y 2º y el resto nobles y con clase pero blandos. Se cayeron innumerables veces. De presentación: una auténtica escalera. Desde el chico tercero hasta el 5º, de gran trapío. Dávila Miura, oreja y oreja Abraham Barragán, división de opiniones y oreja Miguel Ángel Perera, palmas y ovación desde el tercio Primera puerta grande de la Feria de Albacete. Dávila confeccionó una labor seria y con las distancias justas a un toro bravucón que no perdonó una en su primer turno. Con su segundo empezó de igual manera que con su primero pero no obtuvo rotundidad porque el torero sevillano acusó la seria cogida sin consecuencias que sufrió al principio de la labor muletera. Como mató muy bien se le concedió una oreja, completando las dos necesarias para salir en volandas del coso albaceteño. Puerta grande pero no mucho pues el apéndice cortado a su segundo oponente se debió más a su diligencia a estoques que a otra cosa. Papeleta seria la del albaceteño Abraham Barragán que cortó una oreja por una labor aseada a su segundo toro a pesar de que le costara cogerle el aire. Un animal entregado, noble y débil que tenía opciones de triunfo. En su primero, ante un mansurrón que lo único de calidad que hizo fue tomar un fuerte puyazo, Barragán no pudo evitar que el cuatreño se saliera con la suya. Era una labor compleja para un torero con escaso bagaje. En referencia a Miguel Ángel Perera es interesante apuntar que le correspondió un toro noble, de bondad infinita y gran clase, características a las que se sumó la flojedad. No le supo coger ni la altura ni las distancias para conjuntar una buena faena. Con su segundo acabó aburriendo después de perderse en probaturas teniendo en frente a un soso y noble de “El Puerto” con el que contó demasiados enganchones. |