Con media entrada se lidiaron novillos de Hermanos Collado Ruiz, todos buenos excepto el primero y el segundo, deslucidos. Faltos de fuerza en general, sobre todo tercero y sexto. Muy bueno el cuarto y excelente el quinto, ambos ovacionados en el arrastre. Al quinto se le pidió la vuelta al ruedo. David Mora, ovación y una oreja José Diego Reina, vuelta con protestas en ambos Sergio Serrano, una oreja y ovación. Comenzó de muy buena manera el abono ferial albaceteño, aunque lo pudo hacer mejor si los novilleros hubieran pasaportado con más acierto a sus enemigos. Piedra angulosa la novillada de inicio del serial tanto en el aspecto ganadero como torero. Todos los detalles importantes de la tarde tuvieron una altura similar ya que ninguno atravesó la barrera colindante con lo excepcional. Sentenciado esto, y escarbando en la emociones despertadas en la tarde, el quinto episodio fue el que más importancia tuvo. Y en los dos bandos. “Lancero”, de la ganadería de Collado Ruiz, y José Diego Reina “El Chispa” dieron un recital de compenetración, cada uno a su manera. ¿Cuáles fueron los modos de “Lancero”? Pues embestir incansablemente, de menos a más y reponiéndose poco a poco de una falta de fuerzas que fue permutada al final de la faena por embestidas largas y entregadas. Un toro bravo, ni más ni menos. Precioso el colorado, con remate de cuatreño, y enseñando sus puntitas negras que le hacían más importante. Un novillo de vuelta al ruedo que el presidente, más pendiente de si se le pedía el cambio de tercio con la montera o con el dedo, no concedió. Y hubo aficionados que la pidieron. Una pena porque el novillo mereció dar la vuelta al anillo a pesar de que su pelea en varas fuera mediocre. Sólo hubo un refilonazo. Y con él, el albaceteño José Diego Reina “El Chispa” venía a dejar las cosas claras después de que hace unos días le dieran los tres avisos en Las Ventas. Y vaya si las dejó claras. Dijo frente a “Lancero” que es un torero con pundonor y que llega fácil al tendido. Además, alarga bien la mano y pega muletazos bien profundos. Arrebatador con el capote -recibió con portas gayolas a sus oponentes-, voluntad todo él y rabia torera de acompañamiento. Pero también apuntó, y no precisamente de pasada, que la espada no es su fuerte. Pinchó y todo quedó en vuelta al ruedo tras aviso. Otra pena. Con su primero anduvo breve, sin esencia pero con voluntad ante un novillo sin raza aunque noble. Este pudo ser el capítulo más importante de la tarde y de hecho lo fue, con el acento fundamental del novillo. Y es que se vio un buen encierro de Collado Ruiz, a pesar de estar desigualmente presentado a través de la fórmula tres y tres. Los chicos por delante y los de las caras, por detrás. Otra pena. Se presentó en Albacete David Mora que en su primero se perdió en enganchones y vacuidades ante un soso y noble ejemplar que siempre llevó la cara alta y embistió con distintas intensidades. Mató atravesando al animal y no hubo más. Con su segundo estuvo con mejores aires. Mucho más torero. Tras brindar a Dámaso González demostró que está puesto en el asunto frente a un novillo bueno, entregado y con apariencia de toro. Una gozada. El problema radicó en que Mora no calibró como era debido las distancias que se debían mantener y acabó acortando la embestida del animal. Lo que se dice “ahogar”, en este caso, a un torito que fue material propicio para que el novillero cortara una merecida oreja concedida a las buenas formas. Ovación al toro en el arrastre, igualmente merecida. Y el tercero en el cartel: Sergio Serrano. El albaceteño vio cómo sus dos novillos se esfumaban entre la discreción debido a las temidas volteretas, no de él, si no de sus oponentes. Dos novillos, tercero y sexto, de excelsa calidad empañada por la falta de fuerzas motivada, en parte, por medias vueltas de campana que eran jarros de agua fría a la nobleza y calidad evidenciadas. A partir de ahí, ortodoxia y saber hacer del joven pero sin el eco de la emoción que suscita enfrentarse a un animal poderoso. Lo de las orejas, en este caso, fue lo de menos. |