Con casi lleno en tarde cómoda y agradable se han lidiado toros de Benjumea, mansos y descastados. El 3º ha sido premiado con la vuelta al ruedo.

Curro Díaz, oreja y ovación con saludos.

El Fandi, oreja y ovación con saludos.

José María Manzanares, dos orejas tras aviso y ovación con saludos.

Hoy la plaza estaba más torera, las tardes de aluvión son agobiantes, casi nunca las buenas tardes de toros estuvieron precedidas de esa vorágine de ayer, ni los toreros buenos fueron tan seguidos por la multitud. Comercialmente interesa.

Fandi lidió primero a Tarifeña -no me gusta esta moda de poner nombres femeninos a los toros. Vamos con los tiempos, lo dijo Ortega-, anovillado y acapachado. Le saludó con una larga de rodillas y se vio achuchado el torero granadino. Pronto flojeó y fue devuelto. Saltó Fusilero como sobrero, un toro bonito, colorao y ojo de perdiz. El saludo fue laborioso, la flojedad del toro incomodaba. El tercio de banderillas lo cubrió Fandi con facilidad, sin apreturas, antes Fusilero había recibido un picotazo. El trasteo de muleta fue anodino, muy difuso. Fandi cuidaba al toro con la muleta retrasada, el tendido sesteaba. Un circular y molinete encadenado causa efecto, y los que conjugaban el verbo -de los más hermosos que existen- despertaron. Soñolientos pidieron las dos orejas por un trasteo de poco fuste. El presidente más despierto concedió sólo una. Rescoldero fue el segundo de David Fandila, y fue repetidor de salida. De nuevo se simuló el tercio de varas -como toda la tarde, qué digo, como toda la feria-. Con poder cubrió Fandi el tercio de banderillas, antes había quitado movidillo por chicuelinas. No superó la nota de este trasteo de muleta a la anterior, el toro mostraba poco fuelle, Fandi encelaba y Rescoldero embestía moribundo. Le finiquitó de pinchazo y estocada atravesada. Borrón y cuenta nueva.

Lo de Curro y Manzanares se convirtió en un mano a mano de toreros artistas con los matices oportunos. La ciencia y la poesía, Manzanares Curro. Casi nadie se emociona cuando le explican como alcanzar un resultado matemático, saber que ocho por ocho son sesenticuatro no nos eriza el vello; la lectura de un verso sí. Ambas materias son necesarias y ambos toreros han estado bien, pero, uno es literatura y el otro matemáticas. Manzanares es el saber y Curro el sabor.

Abrió plaza Cordelero, de buenas hechuras y bien armado, embistió bondadoso pero mostró falta de fuerzas, Curro Díaz consiguió dos lances buenos sin rematar el saludo. Desistió. Crespo se lució con la embestida algo tarda en banderillas. Curro no se lleva los toros a los medios a base de tirones, lo toreó y sacó los olés en un saludo cadencioso y desmayado. El toro era flojo y plomizo, Curro le ayudó y le llevó con gusto con la derecha. Con la zurda alcanzó lo más completo, dos tandas de buen trazo -fuera a dentro- de naturales largos y despaciosos. No brilló en exceso el trasteo por el poco ímpetu del toro. Dos molinetes florecieron la faena. Mató bien y le concedieron una oreja.

Foto archivo

El tercero de la tarde respondía a Volandero, era negro y feo de hechuras; avacado de tipo y tocado de pitones. Lanceó con suficiencia Manzanares, destacó la media arrebujá. A relance acude al caballo y hace pelea de manso. Manzanares tiene la mejor cuadrilla del momento, Trujillo se desmontera en banderillas, en el sexto lo harían sus compañeros de cuadrilla Curro Javier y Luis Blázquez. Con varios tirones se llevó Manzanares el toro a los medios. Tres tandas anotamos con la diestra, lenta y corta la primera, despegada la segunda en la que destacó un soberbio cambio de mano y el de pecho, la tercera mostró largura en el trazo y encandiló con un redondo convertido en circular. Asépticas todas. Con la zurda llegó el mejor toreo. Los muletazos era templados, el toro de almíbar con el defecto de querer marcharse, Manzanares sutilmente le sujetaba en la suerte. Ahora con la diestra le monta un carrusel a Volandero y el público estalla, luego sigue toreando despegado. Le faltó mando a la faena, Manzanares no se abandonó, supo aprovechar la inercia del toro en el muletazo. Mató a recibir y dejó morir al burel. Le pidieron el rabo -¿Los que pitan por no picar y aplauden cuando no se pica?- que muy acertadamente Francisco Sánchez no concedió aunque tuvo que hacer oídos sordos a los improperios lanzados hacia él de los antes mencionados. 

Curro Díaz lidió en quinto lugar a Ganador, anovillado, estrecho de sienes y engatillado. Se frenó en el saludo y se mostró flojito y falto de casta. Tomó un puyazo sin recargar. El inicio de faena de muleta fue una sinfonía de toreo, los muletazos a izquierdas y derechas se sucedían con desmayo y temple a la vez que conquistaba el tercio. Anda torero. Con la diestra se pasa a Ganador a ralentí, sintiendo el toreo, los de pecho resultan descomunales, hondos. La zurda es prodigiosa, de nuevo surge la ortodoxia embadurnada en óleo. Ora el molinete toma categoría de toreo grande. La faena estaba hecha, y cierto es que la poca codicia del toro no elevó la nota, era noble y de poco poder. Con la espada dio un mitin. Su toreo perdura.

Nada pudo hacer Manzanares con el que cerró plaza. Le saludó con recursos improvisando lances a merced del comportamiento del toro: las verónicas se mezclaban con chicuelinas o navarras; a Manzanares le cuesta desistir. Con un puyazo, en el que peleó Comunista, se cambió el tercio. Extraordinario segundo tercio de la cuadrilla de Manzanares. Es la mejor, no hay duda. De nuevo se saca el toro a los medios sin torear. Más técnico aún estuvo Manzanares en este toro. Se le vio forzado y toreó destemplado y por fuera; los cites oblicuos del primer muletazo no dejaban engarzar los siguientes. Faena de pases sueltos. Se pusieron cansinos ambos, toro y torero.

Con este tipo de toro la fiesta agoniza.

Se desmonteraron Curro Javier, Luis Blázquez y Trujillo.