Juan José Padilla, silencio tras un aviso y silencio.
José Antonio Canales Rivera, saludos desde el tercio en ambos.
López Chaves, vuelta al ruedo y ovación.
Juan José Padilla, es un matador que conecta con el público, pero necesita que sus toros le permitan hacer su propio toreo; en este caso la mansedumbre de sus dos enemigos le impidió lograr nada meritorio, a excepción de su buena conducción como director de lidia.
José Antonio Canales Rivera, en general muy voluntarioso, con ese aire y estilo de la casa Rivera, en lo referente a su gran parecido a Paquirri, se llevó fuertes palmas en ambos animales a pesar de torear el peor lote.
López Chaves, destacó en su primero claramente al torear con gusto y excelente temple, arrancando muletazos de calidad a pesar de la poca fuerza de su toro; ello le permitió dar la única vuelta al ruedo de toda la corrida. En su segundo, alargó mucho la faena y aburrió al manso que cerraba la tarde; fue igualmente ovacionado.
Sin casta, ni raza, no es posible que una corrida sea interesante.