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Con media entrada en tarde calurosa, se han lidiado seis toros de la ganadería de “Los Guateles”, con caja y cara, sin culatas y de juego muy desigual. El mejor, el 3º. El 1º, con muchas opciones. Pepín Liria, ovación y oreja Luis Miguel Encabo, ovación y silencio tras aviso Javier Valverde, ovación y ovación. Esta tarde ha tenido lugar en la plaza de toros de Albacete el festejo fuera de abono de la Feria taurina de 2005, corrida en la que a priori no se habían depositado excesivas esperanzas. La corrida de “Los Guateles” sustituía a la de Murteira Grave que, por cuestiones de la Lengua Azul, no ha podido ser lidiada en Albacete. De la corrida no hay muchos aspectos que resaltar pues el sopor y la falta de detalles artísticos de altura han sido el denominador común de la tarde. El sexteto de “Guatales” tuvo una presentación irregular y le faltó mucho remate. Al parecer, según la Autoridad Gubernativa, el encierro llevaba varios días en los corales y este factor ha debido afectar negativamente al cuajo de los toros. Con sus caras casi todos pero sin culatas. Y de comportamiento, parigual con su apariencia: sin acabar de convencer. El primero fue noble pero se acabó pronto, el segundo también exhibió nobleza pero con sosería y se paró mucho, el tercero fue el mejor, con viaje entregado y repetido, sin protestar, y un cuarto, quinto y sexto muy iguales: con mal estilo y sin romper a buenos. Un conjunto de opciones contadas. Y los toreros, muy variados. El matador de toros que mejor cubrió el expediente fue Valverde, pues se le nota más cuajado que en tiempos pretéritos y, sobre todo, se le advierten cualidades de temple importantes. En su primero se vio ese aspecto con gran claridad. Desde el capote, ningún tirón y sobando al animal con gran acierto hasta llegar a la muleta, donde la faena perdió algo de sentido al final con tanto circular de vacuidad manifiesta. Con el sexto, segundo de su lote, nada. Mal estilo del animal y consecuciones nulas de Valverde. En primer lugar actuó un Pepín Liria que no se cruzó en su primer toro a pesar de que preocupó –y en momentos lo consiguió- de cuajar una buena faena. La estocada que atravesó el costillar devaluó la labor. En su segundo, con más arrestos y menos distancias, no tuvo nada que hacer ante el desrrazado de “Guateles”. Encabo, con incursiones en banderillas de poco brillo, consiguió algunas tandas de cierta vibración merced a su intensa insistencia, pues al torero hubo de provocarle mucho en la embestida. Buena labor, o por lo menos con honradez. Con su segundo, a pesar de gastar rabia, no consiguió más que los primeros muletazos de las series, pues al tercer viaje, el toro demostraba su genio y la tanda perdía ligazón y la redondez acababa en cuadratura. |
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