Con alrededor de tres mil asistentes se lidiaron cinco novillos de Marco Garfias de distinto juego y presentación, y uno más de La Punta (6°) que recibió los honores del arrastre lento.

Salvador López: al terico y palmas
Lorenzo Garza Gaona: palmas y divisón de opiniones
Angelino de Arriaga: una oreja y dos orejas.

Debut de ensueño

Angelino de Arriaga es el nombre que hoy descubrió la Plaza México.  Apenas algunos festejos en nuestro país, algunas referencias sobre el menor de la familia Angelino. Ecos de su preparación en Europa,  en esa especie de solicitud de refugio a la se han visto obligados  los toreros nacionales, en el que no todo es miel sobre ojuelas, pues por aquellas tierras sufrió una cornada muy seria.

Sin el ánimo de jugar al  triunfalismo fatuo, es verdad que la impresión que marcó Angelino de Arriaga fue  deslumbrante. Y si ocurrió de esta manera fue por méritos propios, puesto que su labor estuvo ataviada de cualidades importantes. Conocimiento, inteligencia, técnica, sello, paciencia; claro, todo esto en vías, pero que alcanzan una calificación sobresaliente en un joven novillero.

A los dos astados de su lote prefirió bregarlos con el capote, antes que montarse en el lance que sí sale, reditúa pronto, pero si no, afecta demasiado.  Al primero lo bregó también en el segundo tercio. Con el segundo, las recomendaciones a la cuadrilla eran precisas: por abajo, corregía al peón, adelante, para picar en el mejor sitio al novillo.

Bien encajada la barbilla en el pecho

El inicio de la faena al sexto conjuntó esa cabeza clara con una expresión propia. Se dobló con el toro para meterlo en vereda y enseguida llevarlo a la zona de los medios. Había llovido, pero afortunadamente pocas zonas del ruedo quedaron en malas condiciones. El novillero tlaxcalteca pronto le encontró la lidia, la distancia a un novillo muy noble, que fue de menos a más. Conforme se fue sintiendo a gusto, fue toreando con más soltura, entrega y sentimiento. Se quitó las zapatillas, citaba de largo echándole la muleta al morro para tirar desde ya con temple.

Despatarrado aprovechaba también el recorrido y fijeza en la muleta del ejemplar de La Punta. Angelino de Arriaga estaba haciendo las cosas técnicamente muy bien, ya lo habíamos visto así en la reciente feria de su tierra, pero en esta ocasión fluyó el elixir. Había sustento en la forma, con naturalidad, entonces además de las tandas por ambos pitones, también los adornos, molinetes y algún trincherazo, con ese sentimiento que el toreo a la mexicana tiene.

Recio trincherazo

El tendido había sentido tanto como el torero. Una faena de una técnica perfecta, tiene un gran mérito, sin duda, pero contagiar, transmitir, trasladar el sentimiento, es la otra mitad del toreo. Sólo faltaba que no fallara con la espada, y así fue. Una estocada suficiente para salir con tres orejas en la espuerta.

Con el tercero de la tarde, procedente del hierro de Marco Garfias, había estado por la misma línea. Un quehacer asentado en una cabeza despejada y un fondo de trazos con profundidad, durante la primera parte del trasteo. La segunda mitad perdió orden y aseo, ya que por una parte, el novillo no fue tan claro por el lado izquierdo, y ya no fue fácil volver a someter del todo al astado por el pitón derecho. No obstante, esto, y un pinchazo, el valor dado no sólo a los muletazos largos y con temple, o la calidad técnica del trasteo, hizo que la parroquia solicitara la oreja que le fue concedida.

Alguno de los buenos momentos que consiguió Salvador López

Salvador López había sorteado un ejemplar de Marco Garfias con calidad y mucha nobleza. Podríamos afirmar que el torero capitalino se acomodó en varias tandas con el novillo, sin embargo nos parece que no alcanzó a romper categóricamente.  Hubo tandas ligadas, pero también, sobre todo las finales, carecieron de unidad. Una leve petición que rescataba esos muletazos entonados, pero que no alcanzaron un clímax total.

Con su segundo, un novillo sin clase ni trasmisión y que nunca fue claro a la muleta apenas pudo salir avante. A algunos les pareció desagradable citar y acompañar la embestida casi con gritos, y si no lo reclamaron abiertamente, si fue factor en contra. Estuvo ahí, sin poder someterlo,  con algún achuchón y pocas fuerzas para terminar su labor.

Aún así, no fue la tarde para Lorenzo Garza Gaona

Lorenzo Garza Gaona había recibido, tras el paseíllo el trofeo Joselillo que entrega la Porra Libre al triunfador del serial anterior, laurel que no pudo conquistar al menos en esta tarde. Lo más sobresaliente lo realizó en la segunda parte de la faena del primero de su lote. Fue un novillo noble, pero muy justo de casta. Batalló para encontrar el sitio, puesto que quedaba descolocado, un tanto desconfiado y hasta parecía tenso. Tras una tanda por naturales logró soltarse un poco más, pero ya no le alcanzó, además de pinchar en dos ocasiones y dejar una entera caída.

Sin humillar

Con el quinto, el único de presencia salvable de los cinco de Marco Garfias, fue complicado porque iba con la cara arriba y sin codicia. Resultó entonces difícil construir algo y transmitir.