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Habitualmente los días de corrida del arte de rejoneo o toreo a caballo, depende de cómo cada uno lo quiera llamar, yo buscaba en mis recuerdos y traía aquí a algunos que pude ver en el ruedo o que vi en las narraciones de los mayores, que si los vieron en la plaza. De la misma forma que me atrevo osadamente a opinar de lo ocurrido cada tarde de feria, se me va el valor las tardes a caballo. Lo que no quiere decir que no vaya a ver a los jinetes y cada vez menos al toro, aunque no siempre. De momento procuro no alardear de ni aparecer por las cercanías de Las Ventas en estas tardes.
Pero lo que sí que me llama la atención es que por una parte la balanza se está desequilibrando ostensiblemente hacia el lado de los caballos. El público que asiste a la plaza va a ver las habilidades de un jinete y un caballo, muy meritorias por supuesto, pero que en muchos casos no se realizan delante de la cara del toro, quien además parece que está condenado a estar cada vez más mermado, tanto en el su aspecto físico, como en la presentación de sus astas. Pero ahora no entraré en eso. Lo que más me llama la atención en esas tardes de triunfos asegurados y de Puertas Grandes abiertas de par en par, es que en días en los que actúan las dos máximas figuras del momento, Hermoso de Mendoza y Ventura, durante toda la tarde no se vio ni una banderilla, ni un rejón clavado al estribo. La norma parecía indicar que hay que clavar cuando el toro ya anda cerca de la grupa, con el agravante de que los caballeros permiten en demasiadas ocasiones que el toro les toque la cabalgadura. Y no quiero decir con esto que no exista el riesgo y si no, solo hay que ver el resultado de la cornada a un caballo de Moura Caetano. A mí personalmente me gusta más el toreo más limpio, sin tanto encontronazo, clavando vertical y cuando el toro olisquea el estribo del jinete, y arriba, no en la paletilla o en mitad del lomo. Pero ya digo que esto son apreciaciones muy personales.Branco Nuncio, al estribo Y en estas que yo estaba viendo libros y fotografías y me encontré con una imagen de Branco Nuncio, el cavaleiro al que los aficionados portugueses tienen como un maestro del toreo, como un modelo ideal, muy alejado de todos los demás, con los que no se admite comparación posible. Son capaces de hablar con soltura de Lupi, Moura, Ribeiro Telles, Vega Teixeira y cualquiera de los españoles, pero al tocar a Joao Alves Branco Nuncio, ahí se limitan a hacer una reverencia al maestro. Y como yo no iba a ser más que los catedráticos del toreo a caballo, me voy a limitar a traer una imagen de este torero y que cada uno juzgue. Eso sí, si me tengo que mojar, lo tengo muy claro, este es el ideal que yo tengo en la cabeza, será porque Branco Nuncio es el toreo a caballo.
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