Plaza de toros de Santarem (Portugal). Tres cuartos de entrada.

Se lidiaron toros de María Guiomar Moura, primero y cuarto buenos.

Joao Moura, silencio y dos vueltas al ruedo.

Diego Ventura, vuelta al ruedo y vuelta al ruedo.

Tomás Pinto, que tomaba la alternativa, vuelta al ruedo y vuelta al ruedo.

Diego Ventura ha demostrado una vez más su capacidad para estar por encima de la adversidad. Esta vez ha sido en la plaza portuguesa de Santarem, donde ha conseguido dar dos vueltas al ruedo a pesar de bailar con la más fea.

Ventura dando la vuelta. Foto: Carlos Núñez

Los peores toros de una corrida de María Guiomar Moura que se dejó bastante fueron para el rejoneador de La Puebla. No obstante, Diego superó esta prueba con nota gracias a su capacidad -propia de las grandes figuras- para triunfar con toros mediocres.

Al primero de su lote lo paró con Maletilla, toreándolo muy bien con la grupa, con temple y dando todas las ventajas al toro. Terminó este primer tercio dando piruetas muy ajustadas en la misma cara del toro.

En banderillas comenzó con Revuelo, con el que clavó dos palos de poder a poder batiendo a pitón contrario que fueron muy aplaudidos. Las galopadas de costado y los recortes metiéndose por dentro tuvieron mucho mérito porque el toro esperaba y empeoraba durante la lidia.

A continuación sacó a Sueste, con el que toreó muy templado y citó con su característico tierra a tierra. Tuvo mucho mérito clavar dos buenos palos con un toro que esperaba cada vez más. El público le ovacionó y tuvo que dar la vuelta al ruedo.

Lo mismo sucedió en el segundo de su lote, al que paró con Triana colocando dos ferros. En el segundo esperó al toro con la yegua pegada a las tablas, aguardando la arrancada del toro y librándola con gran torería. Éste fue un animal con poca codicia y que también esperaba mucho, por lo que complicaba su lidia.

El tercio de banderillas arrancó con Nazarí y no con poco esfuerzo, ya que el toro estaba siempre a la caza, esperando siempre a los caballos. Ventura tuvo que provocarle y arriesgar, buscándole las vueltas a su enemigo hasta conseguir su propósito.

A pesar de que el toro se ponía por delante y empeoraba su condición por momentos, Diego sacó a Wellington clavando dos palos de gran mérito yéndose al terreno del toro. Tanto gustaron que le pidieron uno más. Al final Ventura tuvo que pasear el anillo de nuevo, reconociendo el gran mérito que tuvo su tarde.