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Esto decían en el 7 al final de la tediosa y absurda corrida de la feria del Aniversario, programada por la empresa (menos mal que ya terminan este año), aprobada por el Centro de Asuntos Taurinos de la CAM (por desgracia éstos siguen, presididos por su mudo y sonriente gerente) y bendecida y jaleada por todos los ineptos, interesados y pesebreros juntaletras especializados en hablar y comentar de toros (éstos también seguirán, para vergüenza y oprobio de su profesión) como la mejor feria de la historia de la plaza de las Ventas. Por eso las gradas registraban dos tercios de su aforo en cemento y solo un tercio con espectadores. A lo mejor le echan la culpa de tal éxito de convocatoria al tiempo...o al maestro armero, que éste siempre viene bien como excusa, sobre todo cuando apuntas, aprietas el gatillo y no sale la bala, como hoy ocurrió.
Los toros del frío y de la nieve, de Antonio Bañuelos (qué pena que un apellido colmenareño de ganaderos históricos de la tauromaquia como éste se arrastre ahora por el fango) contratados por esta empresa (que como dice un amigo mío es el cáncer de la fiesta) fueron impropios para esta plaza. Moruchos, flojos, feos, mansos, descastados...y lelos (nobles los llaman los taurinos). Suponemos que los compraron por ser baratos. Un negocio redondo para los Choperitas. Pero nefasto para el espectáculo que debería ser siempre una corrida de toros en Madrid. Por eso los jóvenes (el vivero del futuro) se van al fútbol, por ejemplo. Y por eso la fiesta agoniza inexorablemente.
La terna la encabezaba Víctor Puerto, un torero al que se le pasó el arroz (actualmente sólo acumula escasos festejos, suponemos que para poder hacer frente a ciertos gastos corrientes) y los aficionados pensamos que con una actuación como la de hoy nadie comprende a qué aspira actualmente ¿A ver si suena la flauta por casualidad? Ni ganas, ni disposición. Y por añadidura, con un sobrero de Adelaida Rodríguez lidiado en cuarto lugar que se le revolvía con peligro por ambos pitones, se afligió, terminando por machetearlo y quitárselo de encima. Los del 7 decíamos que si ha vuelto a los toros porque su “gran afición” se lo estaba pidiendo, con ese difícil toro tenía la ocasión de apostar, jugársela y demostrar que aún atesoraba muchos valores para permanecer en esto. Cualquier intento por sobreponerse se le hubiera agradecido, más aún en esta plaza donde a veces sólo con actitud positiva se puede llegar a triunfar. Pero se afligió. Adiós, Víctor, vete a casa y no vuelvas, le decíamos al final de su actuación.
Algo parecido ocurrió con la actuación de Pedrito “El Capea”. Por más triunfitos menores que nos hayan contado recientemente desde México, hoy le vimos incluso peor que en actuaciones anteriores. Resultó patético su paso por el ruedo de Las Ventas esta tarde. Y ridículos sus movimientos mano en alto, como diciendo “ahí queda eso” tras cada serie de “enrebullados” muletazos. Que haya sido incluido en esta feria por ser ahijado de los Choperitas, quitando el puesto a muchos otros con más ganas y méritos, es injusto. Y la CAM tenía que haber dicho algo al respecto. Y los chupópteros pseudioperiodistas también. Pero todos callan. No el 7 que le pitó y le despidió con un “hasta nunca”.
La actuación del confirmante de alternativa y debutante en esta plaza Jairo Miguel fue lo único que nos sacó del sopor. Tras conocer un poco la historia de su vida, que a algunos del 7 nos parece una novela de aventuras, esperábamos con cierta expectación a este joven, curtido en tierras aztecas. En el toro de la confirmación quedó inédito, pues con un marrajo que se le revolvía rápido lo único que mostró fue un desconocimiento total de la técnica para superarlo. Se ve que en sus andanzas por México no se encontró nada parecido o que nadie le ha explicado algo al respecto. Pero esto es muy común entre la mayoría de toreros jóvenes del escalafón. En el sexto, más apto para el toreo moderno, comenzó ilusionando en el platillo de la plaza con un par de series que incluso levantaron olés en los tendidos. Pero el toro, que no quería esos terrenos, se fue apagando rápidamente y terminó totalmente aplomado, dando al traste con la ilusión tanto del torero como de los aficionados.
Angel Otero saluda, también lo hizo Lipi, bien con los palos y el capote Lo más torero de la tarde fue la actuación de sus subalternos, especialmente los dos de negro y azabache, como si fuesen de uniforme. Tanto con capote, lidiando con suavidad sin que el toro tocase nunca las telas, como en sus extraordinarios pares de banderillas, algunos de poder a poder, otros al cuarteo con total pureza, tanto Ángel Otero “Chico” (que pareó al primero) como José Luis López “Lipi” (que lo hizo con el sexto) mostraron la verdadera torería y lo maravilloso que puede ser este oficio. La plaza se puso en pie para aclamarles. Claro que, pasado mañana vendrá el Fandi y mostrará lo esperpéntico y ridículo que también puede llegar a ser, decían en el 7. |
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