Seis toros de Bañuelos, uno al corral tras una tarascada de órdago. Sin gusto, espaciando con amagos y dejando un poso de fracaso. Otro año. Menos espacios. Un sobrero de Adelaida Rodríguez, uno con más mala idea que un pirómano en la acampada de Sol; siempre a por lo que había detrás del trasto. La terna deja sinsabores y una fugaz ilusión. Jairo Miguel es la fugaz ilusión. Lo demostró esbozando el toreo con su segundo. Con su primer rajao se fue a toriles a intentarlo en vano. Su segundo lo lucieron en banderillas Lipi y Otero instrumentando la liturgia con parsimonia y gusto. Así se descubren los espacios. Luego Jairo Miguel poco a poco atacó al animal; primero a media distancia templando y acariciando los morros con los vuelos de la muleta; luego encimó al astado ante la evidente flojedad del mismo. Respetando y calculando los espacios. Quizás juntarse tanto fuera un error pero a estas alturas el torero ya estaba por encima del toro y la lucha estaba decidida a favor del extremeño. Una ilusión muy joven, la más joven jamás vista. 'Bañuelos verdes' y pañuelos verdes hicieron salir los cabestros un día más Víctor Puerto primero observó mareado la descordinación de su primero tras caerse estrepitosamente cuando avanzaba a mil por hora. Luego corrieron turno y saltó su segundo que era malo por justo de fuerzas y rebrincado. Poco pudo hacer y poco hizo Víctor Puerto que mató de estocada caída. Su segundo era una misión imposible. El toro con rayos X en los ojos apuntaba a las piernas aunque delante hubiese capote, muleta o puerta de plomo. Murió pronto.
Pedro Gutierrez "El Capea" sigue la línea marcada años atrás en Las Ventas. Demasiado fácil nos pone ir contra él. Los defectos que son tantos se otean desde lejos y es conveniente no atacar a quien no tiene defensas por aquello de no herir al ya demasiado herido. |