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Se presentaban los toros de Los Bayones en Las Ventas. Dos fueron directos al corral por inválidos y los cuatro lidiados estuvieron por debajo del nivel de transmisión exigido. El sobrero de Fraile Mazas fue una calamidad y el de Valdefresno no rozaba el trapío exigido.
Rafaelillo lidió lleno de inseguridades toda la tarde. Inseguridades que no tuvo José Mora al poner un par de banderillas por derecho que rivalizan con las de Arruga. Con el primer toro Rafaelillo nunca se colocó en el sitio y nunca pisó espacios con ansias de toreo. Ya con el segundo el diestro demostró que el peligro de la faena radicaba única y exclusivamente en su propia inseguridad.
Urdiales no pudo lucir pero si mostrar torería como en este remate Que Urdiales rime con calamidades ya comienza a tener sentido. No hay manera de que a un torero que salta al ruedo de Madrid con las tablas de la ley taurómaca por delante le salga un toro con casta y bravura que le presente guerra. Ya son tantas las bazofias con las que ha tenido que pechar el riojano que decir que ha estado por encima de sus oponentes es como decir que ha salido vestido de torero, es evidente, obvio y reincidente. Tiene clase, tiene el sitio y las ganas pero no tiene lo más importante: no tiene toro. Tras una confusa lidia a su primero el torero mandó y acabó camino de toriles para despachar de media estocada al perdedor. Su segundo amagó con saltar al callejón pero ni para eso valía. Urdiales demostró que "fácilmente" estaba por encima y por derecho.
Matías Tejela recibió bonito a su primero, meciendo la capa y dando espacio. Luego dejó de emocionar pues combinaba la postmodernidad con el clasicismo dando un neoclásico que no le eriza los pelos ni a Espinete. Por fuera y despacio, por dentro y sólo una. Sin cuajo y con tres bajonazos venidos del averno. Con su segundo barrunto que mi jefe habrá repetido con razón aquello de: pico-picazo pico-picazo. Con esta serie de calamidades no hay espacios que se relaten con pasión.
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