|
No hay ninguna regla escrita sobre el toro que saca cierta casta y el torero que saca la suya, pero normalmente lo uno suele ser causa de lo segundo. Eso sí, se exige que haya un torero, que no lo es cualquiera. No lo es quien sale a pegar pases en su compromiso con Madrid de todos los años y que nadie entiende, como es el caso de Eugenio de Mora, igual que tampoco lo es el que corta una orejita por toro, porque no se pueden cortar medias orejas, a base de destormar, de ponerse flamenco y de soltarle miradas altaneras al sol, mientras este pierde la cabeza viendo dar los pases de docena en docena. Poco importa si te sale el toro de la feria hasta el momento, de Peñajara, que no se intente lucirlo ni por asomo y que derroche nobleza y bravura para regalar a todos los borregos que han salido este mayo en Madrid. Eso sí, el triunfador de la tarde César Jiménez, al que se le escapó este toro con su toreo vulgar y de periferia, como dicen ahora los doctores en eufemismos taurino, que no es otra cosa que retrasar la pierna contraria, el pico, alargar el brazo, trazar líneas rectas, no torear, vaciar la embestida que no rematarla y esa letanía salmódica que atrona al buen aficionado, pues el autor de este desatino, no dudó en encararse con una pose de falso respeto ante aquellos que no aplaudieron su esperpento.
Arruga se descara con el toro Pero vuelvo al comienzo de este comentario y no es otro que la casta. Casta tenía el segundo de la tarde Rodalito, que se comía todo lo que se movía por el ruedo, que se creció como lo hacen los toros bravos… y los toreros. Y vaya torero que hemos visto esta tarde. Ni más ni menos que uno de los triunfadores de la feria del año anterior, el maño Jesús Arruga. La feria pasada le sacó a muchos los colores y hoy ha arrancado el ole al aficionado. Se ha perfilado para poner el segundo par, ha citado, ha esperado que se arrancara el de Peñajara y acto seguido se ha ido a por él, y cuando estaba a punto de entrar en jurisdicción se le ha encarado aún más, provocando a su oponente y en el momento de embroque ha metido los brazos para conseguir un estupendo par de banderillas. Para mí ya estaba hecha la tarde, ya estaba pensando en como dibujarlo, pero aún me quedaban cosas por ver.
El par de la feria Lo verdaderamente grande ha llegado en el de Carmen Segovia, ni tan claro, ni tan noble, ni tan boyante como el anterior. De nuevo se ha perfilado, ha citado con torería y majeza, le ha dado todas las ventajas al toro, con dificultad le ha ganado la cara, se ha asomado al balcón y ha clavado el par de la feria, sin importarle el tremendo derrote que le ha lanzado el animal poniéndole los pitones en las cejas. Jesús Arruga solo veía morrillo y donde había dejado los palos. En estos se ha apoyado para salir del compromiso y marcharse como a su casa con el convencimiento de haber puesto el par de la feria y haber protagonizado uno de los momentos más toreros del serial, si no el que más. No está al alcance de la mano el convertirse por segundo año consecutivo en el verdadero triunfador de San Isidro; y así podremos exclamar “Señores, un torero”. |
|