|
Solo cuernos. Los espacios por parte del ganado se justificaron únicamente por las cornamentas de algunos de los de Samuel Flores y nunca por su manso y anárquico comportamiento. Tampoco por su trapío. El sobrero de Los Chospes no tuvo transmisión aunque tampoco se le pudo.
Juan José Padilla siempre rápido y en las antípodas del temple. Inoperante en el show de banderillas -y digo show porque no lo tratan como a una suerte de la tauromaquia sino como un espectáculo circense que nada tiene que ver con la suerte por derecho-. A trallazos y haciéndole a su primero una lidia propia del S.XVII por los trapazos recetados con un evidente fin: el alivio. A su segundo le enseñó a llevar la cara más alta cuando el espacio necesario estaba abajo. La muerte de su primero en toriles y de infame bajonazo y la del segundo aliviada.
Antonio Ferrera se unió al show convocado por Padilla. De circo. En su segundo, ya solo y sin ciclón, los dos últimos pares fueron más serios. Con la muleta anodino, perdiendo pasos y carente de sentido espacial. No supo tratar a sus toros por bajo y vio como las caras de los cornupetas pasaban a su altura. La muerte dada a su primero fue de una indignidad brutal.
Pase de pecho de Jiménez, ya a la defensiva César Jiménez comenzó la lidia con vulgaridades que veían pasar al toro muy lejos; a medida que la lidia avanzaba el toro se acercaba peligrosamente y cuando el diestro hizo ademán de conquistar el espacio el toro le dijo que nones y lo asustó de ahí. La anárquica lidia de su segundo tuvo continuidad en los albores de la faena de muleta y solo en las postrimerías César Jiménez dio sentido al espacio macheteando por bajo y acabando con una tarde anárquica porque aquí en Las Ventas ya todo empieza a importar muy poco y cada uno hace lo que le viene en gana sin un propósito común en pos del bien de la fiesta.
|
|