Vaya tarde de toros, o de burros, que nos ha regalado El Cortijillo. Seis ejemplares feos en su mayoría, con un comportamiento infame la totalidad, más recordaban la mula y el buey del portal de Belén o lo que tira de las carretas en el Rocío. Probablemente, si nos paramos a analizar el comportamiento de los astados podríamos hacer pensar a quien lo leyera que estamos hablando de toros. Menuda tarea más dura, difícil y poco gratificante que le espera a José Luis Bautista.

No era una corrida ni con glamour, ni con tres figuras del G10, ni llenan las páginas del corazón, ni tan siquiera tiene una legión de jóvenes gritando sus nombres. Pero se esperaba ver torear de verdad y hasta se deseaba que los toros pusieran en aprietos a los de luces para verles salir airosos y solventando todos los problemas propios del toro encastado. Pero no ha sido así. Yo que me las prometía tan felices pensando en montar una exposición con los trincherazos de Urdiales, con sus desplantes con el toro sometido, los derechazos y naturales tirando del toro, o esos chispazos de arte de Morenito de Aranda, su capote, sus remates, y de Tendero…, de Tendero esperaba algo, no sé muy bien qué, pero después de tanto esperar, podía seguir esperando.

El natural de Morenito de Aranda

La tarde no pintaba bien para el dibujo, pero San Isidro se debe acordar todas las tardes de un servidor y siempre empuja a toros y toreros a regalarme dos momentos que merecieron dibujarse. Los dos además surgieron en muy poco tiempo. El primero de ellos fue ya en la faena de muleta del segundo de la tarde, un toro que entraba con brusquedad y en el que Morenito de Aranda supo meter en la muleta. Como en uno de los naturales que le instrumentó, con la pierna contraria adelantad y la muleta plana, lo cual ya es un acontecimiento en si mismo. Quizás un tanto retorcido, pero con mucha sinceridad. El natural brotó después de dos tandas de derechazos, en las que bastante tuvo con que no le arrancara la muleta de cuajo.

El pase de trincherilla

El siguiente momento surgió inmediatamente después, cuando al finalizar la tanda de naturales y siempre con la pierna pa’lante, le dio una trincherilla llena de inspiración, intentando quebrantar al de El Cortillo y dominar sus malas embestidas. También podía haberme inclinado por la estocada en la que se tiró como un rayo y muy derecho, pero que no tuvo la eficacia deseada.

Diego Urdiales intentó justificarse ante sus dos oponentes, consintiendo a su segundo que se fuera a los terrenos de toriles, pero ni por esas. Quizás tendría que haber abreviado y haberse quitado de en medio a esa joya. Se puede decir que no era el tipo de toro idóneo para que se luciera el riojano, pero es que no era apto para ningún tipo de toreo. Miguel Tendero también lo intentó, pero a su manera, que no es todo lo atractiva como cabría desear, donde irrumpe el toreo moderno con unas gotitas de toreo vulgar, que si lo batimos bien batido con la mala condición de los toros, nos da como resultado un mejunje que no hay quien se trague y que como único aliciente nos encontramos si a los de El Cortijillo les faltaba rebuznar.