Claro que un toro bravucón no debe servir para justificar una total ausencia de bravura. Podremos aplaudir su manera de embestir, pero si a él le añadimos cinco mansos más; éste, no ha pasado de ser el tuerto en el país de los ciegos. Con perdón.  Si ayer manifestábamos la buena presencia de la corrida, hoy los mimos propietarios han traído a Madrid un encierro impresentable; los ejemplares de El Cortijillo han mostrado una presencia -además de irregular- a la que les ha faltado trapío, cuajo, remate de toro de primera, pitones, un sinfín de argumentos para justificar su estar en la primera plaza del mundo. 

Morenito de Aranda lidió a Gracioso, que tuvo, como hemos dicho antes, un comportamiento bravucón en la muleta; era negro chorreado y meano según reseña; basto, con volumen y cornicorto, según nuestra agudeza visual. Sin presencia para la plaza de Las Ventas, feo, más aún cuando se despitonó. Se frenó en la capa como corraleado; en el caballo, además de tomar el primer picotazo en el que hacía la puerta, hubo poco reseñable. Nada. Tampoco en banderillas que se desentendía de la suerte. Había manseado en los dos primeros tercios, y fue en la muleta, cuando en huidas hacia adelante, repitió con interés, incluso llevando la emoción al tendido en varias tandas por ambos pitones; lejos del bravo que embiste con los riñones.

El 5º de la tarde, de nombre Segoviano. Foto:las-ventas.com

El quinto de la tarde respondía a Segoviano, mostró una bonita lámina, berrendo en colorao, jirón y botinero. Muy estrecho de cuerna y engatillado. No se empleó de salida y fue manso en los caballos, se durmió en el segundo puyazo sin castigo –como el que echa la siesta- y en banderillas sacó la cara por las nubes. Pronto cortó el viaje por el lado derecho y siguió sin codicia por ambos, su embestida era más propia de vaca suiza que de un toro bravo.

Diego Urdiales no ha tenido suerte con su lote, su primero, y primero de la tarde, fue Campañero, un colorao bragao y meano; cinqueño por ficha, no por presencia. Mostró algo de codicia en el capote a la vez que falta de fuerzas, y buscó tablas al final del saludo. A relance tomó un puyazo codicioso y sin poder el segundo. Flojeó en banderillas y en el inicio de la faena de muleta. Se protegió de ver su anatomía por los suelo a base de embestir sin forzarse y con sosería. Fue manso descastado, flojo, soso y bobo. Rompe-luna era colorao y anovillao, sin cara ni cuajo. Flojea y se descompone en la capa. Le cuidaron en varas, no podía con el estribo. Se apencó en las tablas en el segundo tercio. A la muleta llegó deslucido, embistiendo mejor a favor de querencia –tablas-. También fue noble, y manso, y bobo y además no tuvo fondo.

Miguel Tendero lidió a Musiquero, colorao, bonito y de poco trapío. Embistió descompuesto en el saludo y se marchó con trote cochinero. Entre coz –no hablamos de ningún filete- fue al jaco y de revirón tomó el primer picotazo; el segundo fue sólo señalado. No se picó. En banderillas flojea y es una malva. Sin poder llegó a la muleta cabeceando por la falta de pujanza. La combinación de querer y no poder tiene malos resultados en el toro bravo... éste no lo era. Quede claro. Clarinito cerró plaza, aunque pobre de cara, mostraba buena estampa con semblante de adulto. Fue el más claro y repetidor de salida, cuatro o cinco arrancadas haciéndonos ver que era bravo, para huir y picotear los caballos que aún estaban en la puerta de arrastre. Luego se enfadó y cumplió en este tercio. A la muleta llegó bondadoso y empezó a quedarse por el derecho antes que canta un gallo. Por el zurdo fue deslucido sacando la cara por arriba. Clarinito fue descastado y desclasado, y además no tuvo fondo.         

Pocas excelencias finales y las censuras mostradas al inicio de esta crónica, son el balance a una tarde aciaga, en la que no nos podemos conformar con que un toro haya dado juego en la muleta y, que entre los seis del encierro no fueron capaces de cubrir una suerte de varas completa. Aplaudiremos al toro que de juego en cualquier tercio, pero seguiremos exigiendo el de los tres.