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Descorazonadora la corrida que la ganadería de El Cortijillo ha lidiado en Madrid. Incalificable por su comportamiento. Lo que salió al ruedo venteño solo tenía de toro las pintas y hasta eso es harto discutible. Seis bazofias y seis maneras de espaciar la nada.
Diego Urdiales se ha empotrado contra un muro de lamentos. La evidencia de ver a sus toros literalmente por los suelos le libra de pecado alguno pero no de que haya corrido una tarde en Madrid. Ni que decir tiene que de manera innata el torero ocupa espacios solo aptos para elegidos pero hoy no había línea imaginaria que cruzar, hoy todo era un abismo con fondo negro y con la divisa de El Cortijillo a la entrada.Así, con la cabeza gacha, se fueron los toreros. Foto: las-ventas.com Morenito de Aranda se alivió con su primero espaciando con el pico y dando aire a un toro filósofo y fan de Hamlet por aquello de debatirse entre el ser o el no ser. Ni que decir tiene que no era pero se pasó un rato pensando en el tema mientras el diestro ahí paraba dando pases que evidenciaban que quería y no podía. Se repetía la historia con su segundo dejando en evidencia que a Morenito de Aranda le había tocado un lote de letras. Porfió el torero pero de perfil y sin quietud.
Miguel Tendero y otra vez la misma historia: sin Tótem la fiesta carece por completo de sentido. Los espacios escogidos por el diestro fueron aliviados y siempre pasándose el toro a un metro de la barriga. En su segundo toro, el que hacia sexto y último de la tarde se pudo ver a un hombre cuya cabeza caía sobre una mullida almohadilla, hacia ruidos, unos decían que eran ronquidos y otros que eran estertores pero realmente a nadie le importaba.
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