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¡Así se viene a Madrid!... ¡Si señor!, con una novillada muy bien presentada que es el primer mandamiento; con fuerza que es el segundo, y, a punto ha estado de sacar casta brava, porque varios de ellos han apretado en los caballos -dos han derribado-; quizás, el pero haya sido que se rajaron demasiado pronto en general... Claro que, de haber tenido fondo en la muleta estaríamos hablando de una nota altísima. Como aquél celebre picador se llamaba el primero de la tarde, Zurito. Delantero, de buenas hechuras y bonita lámina. Es noble. Se vuelve contrario de salida y termina distraído. En varas puntea y no se entrega demasiado. Buscó tablas tras el tercio de banderillas e inició el trasteo de muleta huido y yéndose de la suerte. Fue muy soso, sin entrega y desentendido, no se dejó dar tres muletazos seguidos. El segundo de Thomas Duffau era castaño de pelaje y con semblante de toro, astifino y bautizado como Trineo. Duda y gazapea hasta ir al caballo. Hace una regular suerte de varas: embiste fijo y sale suelto del primero y puntea en el segundo. Anduvo frenado en banderillas y en la muleta no terminó de entregarse. Embistió sin claridad y sacó cierta violencia. Más genio que casta. El mejicano Sergio Flores se las vio primero con Farolero, colorao ojo de perdiz; de cuerna acodada y bonitas hechuras. Éste repitió con casta y franqueza de salida. Se arranca de largo y derriba en la primera entrada, y a punto estuvo de derribar por segunda vez al empujar abajo del peto con riñones. Había esperado en banderillas y tuvo un comportamiento bueno en la muleta; siguió codicioso el engaño en varias tandas por el diestro y bajo de tono por el zurdo. Su comportamiento ha sido interesante en los dos primeros tercios –bravo en el caballo- y hasta la mitad del tercero que empezó a venirse abajo y embestir algo descompuesto. El segundo de Sergio Flores, y quinto de la tarde, era un medio-toro. Serio y cuajado, en contra, algo cuesta arriba. Empezó frío y sacó genio de salida. Punteó el capote antes de ir al caballo, se entregó y derribó con poder; hizo buena pelea en varas. En banderillas sacó pies y algún instintillo. De codicioso pasó a violeto en la muleta. Exigió oficio. Fue a menos y cortó el viaje, le faltaba el tramo final, reponía, aunque era pronto. No fue fácil y el trasteo tuvo interés.
El precioso jabonero López Simón se las vio con un jabonero de mucho volumen, delantero y cornicorto, pero bien presentado. Que embistió en los medios sin entrega, receló en el caballo y tardeó en banderillas. Fue noble en la muleta y repitió con nobleza en los primeros compases de faena. Pronto se acabó, dejó de humillar y se rajó. Le faltó casta y le sobró nobleza, soseó en los tres tercios. El sexto, más que medio, era un toro. Balancino, negro y bien armado. De salida no se entrega, se marcha suelto y a relance se va al caballo y aprieta, en su segunda entrada punteó el peto. Tuvo interés en la muleta; repitió con emoción por bajo por el derecho; por el izquierdo le ganó el terreno a López Simón; mostró fijeza y prontitud y aunque algo venido a menos, brindó varias tandas buenas por el pitó derecho.
Los tres últimos novillos han sido medios-toros, terminó que quizás para algunos aficionados no quede demasiado claro. Simplificando, el medio-toro por presencia es aquél que se lidia como toro en provincias; es decir, cuando hablamos en este término de un toro de Madrid, es que no responde al trapío que exige la plaza, cuando es de un novillo, lógicamente, le estamos valorando en positivo su presentación.
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