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Que vergüenza, que vergüenza… De los 14 toros que presentaron de la ganadería titular para el día hoy 20 de mayo, con el hierro de “Garcigrande”; el equipo veterinario de turno de la Plaza de Las Ventas, rechazó 13 y por esa razón cambiaron los bóvidos. Una vez más el baile de corrales cuando llegan las figuras; está servido… Otra vergüenza ha sido la presentación de los toros sustitutos. De los cuatro de Parladé, sólo uno apenas reunía la mínimas condiciones para Madrid, el lidiado en sexto lugar y los dos remiendos de Juan Pedro Domecq, una birria el lidiado en cuarto lugar, pero que se dejó torear en el último tercio, el quinto, muy justito de fuerzas, pero bueno de principio a fin. Comentario sobre los toritos; con perdón de usted señor lector la primera parte del festejo, “una mierda”; menos mal que la cosa cambió de tono en la segunda. Pesaron de media en la romana 539 kilos, 3 kilos menos que los del día de ayer. Manzanares feliz tras del corte de apéndice José María Manzanares, cumbre en el quinto toro; por agravio comparativo la presidencia debió conceder el segundo trofeo al torero, primero por la exquisita labor tanto con el percal como con la muleta y segundo, por ese magnífico volapié, dejando una contundente estocada en el mismísimo hoyo de las agujas Sebastián Castella, también cortó una meritoria oreja en el cuarto tras una labor buena pero intermitente y larga faena. Tras la muerte del burel, a coro el tendido 7 ¡exclamó! Fuera del palco; he aquí el agravio comparativo. Alejandro Talavante, se alivió en el tercero y sacó a relucir su valor en el último del festejo, haciendo ese toreo moderno que tanto gusta a los nuevos parroquianos; si llega a acertar con el acero, posiblemente le cae una peluda en su mano.
Castella en una chicuelina Sebastián Castella.- Se encontró primeramente con un medio-toro, una sardinita era el animalito, ni la cara le tapaba; el maullido del gato, corrió por toda la plaza, fue lo que ya hace mucho tiempo, califique, de “pequeñajos”. Por ello, nada se le tomó en cuenta y el mesie se fue por la espada, dejando una media estocada desprendida pero de rápido efecto. Silencio.
Un manso, sin trapío, muy escasito de armamento, que apenas de costadillo y sin emplearse entró en varas, pero cambió radicalmente en el último tercio, siendo aprovechado por el francés. Primero con el percal se le aplaudió en esos apretados y vistosos delantales y luego en rayas con la pañosa ejecutó tres estatuarios inmóviles, se salió a los medios citando de lejos, aguantándole le dio dos excelentes derechazos, rematados con un largo y lento pase de pecho; intentó con la zurda pero el bicho por ese pitón no tragó. Aceptable y hasta buena diría que fue su labor, en que en ciertos momentos se jalearon desde los tendidos. Lo mejor para éste “plumífero” fue la estocada de muerte inmediata. Pañuelos y el Usía le concede una oreja. Pase de pecho de Manzanares José María Manzanares.- Nos dio una de cal y otra de arena, apenas pudimos ver al de Alicante, ya que el primero de su lote, era un pequeñajo impresentable, sin fuerzas, eso si con leños en su cabeza, manso escarbando, que quiso quitarse el palo, midiendo cuan largo era la arena venteña. Lo más destacado de su quehacer fueron tres derechazos de buen trazo y un pase de trinchera, siendo protestado. A por el arma toricida, estocada en el rincón y muerto el pobre animalito.
La primera ovación de lujo fue tras el saludo capotero en que toreó primorosamente a la verónica, las otras ovaciones se sucedieron a lo largo de esa excelente labor con la muleta. La plaza rugió de entusiasmo, cuando el alicantino estaba toreando ya con la diestra como con la siniestra, con que arte y sentimiento imprimía el torero cada pase por cada uno de los pitones del morlaco, rematando con largos de pecho o forzados de cabeza a rabo barriendo los lomos del juanpedro de nombre “Jergoso”, de postre, un molinete apretado y una trincherilla de esas de cartel de toros. Con la espada hecho un cañón en el mismísimo hoyo de las agujas, saliendo el toro rodado. Pañuelos y sólo una oreja. Olé por los toreros buenos. Talavante al natural Alejandro Talavante.- Un zapatito fue el tercero, con muy poquitas fuerzas, mansurrón doliéndose en banderillas. Protestado y con razón por el tendido 7. Tandas cortitas por el diestro pitón, todo con el piquito y toreando con ventaja con la zurda mano, al coger casi en la escarpia el estaquillador y para más pena aliviándose, entre el torero y el toro bien podía pasar un tranvía. Lo mató de pinchazo, estocada entera algo contraria y certero golpe de verduguillo. Silencio.
Poco le faltó para cortar un apéndice en su segundo sexto del festejo. Un toro bien de tipo, flojito de fuerzas, manso que terminó en toriles. Con la franela en varios momentos se hizo aplaudir, especialmente en un par de naturales de buena caligrafía pero con la mano al final del estaquillador, el forzado de remate tuvo torería. Cerró con tres manoletinas muy apretadas, a la tercera el cuatreño estiró la gaita y prendió feamente al extremeño, saliendo ileso. Todo auguraba que habría trofeo, pero el mal manejo de los aceros dieron al traste con ello escuchando dos avisos y todo quedó en una vuelta al ruedo. De las cuadrillas destacaremos: Con la vara a José Antonio Barroso en el 5º siendo aplaudido por el público; con el capote muy bien en la brega José Chacón de la cuadrilla de Castella. Bien muy bien con los garapullos, Juan José Trujillo, Curro Javier y Luis Blázquez de la cuadrilla de Manzanares, que saludaron montera en mano. Y hasta aquí la película. |
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