Otra tarde más para olvidar, de saldos sobreros y medio-toros. Y pudieron y debieron devolverse más, pero con el señor Trinidad en el palco no fue posible (otro presidente de moquero fácil, que lo lanzaba sobre la barandilla cuando la mayoría esperaba el verde y al que no parece importarle mantener inválidos en el ruedo). El 7 protestó lo suyo y esta vez el resto de la plaza les apoyó. Por una vez y sin que sirva de precedente.

El Cid pudo torear con la zurda

Lo más bonito fue el reencuentro de Manuel Jesús “El Cid” con la mayoría de la plaza en el cuarto de la tarde, uno de los inválidos medio-toros que mantuvo el del palco en el ruedo porque sí. (Me recordaba aquello de que había una vez un sargento tan bruto y tan ignorante que creía que formar “por pelotones” era formar porque sí). Pues eso. Tras derrumbarse varias veces, incluso en banderillas, El Cid inició la faena a este cuarto tan errante y dubitativo a como nos tiene acostumbrados últimamente (algo que ya había mostrado con su primero, otro anovillado inválido medio-toro, que nadie se explicó cómo se pudo aprobar por la mañana). Pero a medida que lo iba “sobando” (expresión taurina moderna que odiamos los del 7) y acertando con las teclas de la distancia y el  temple, de ese exquisito temple que siempre ha tenido Manuel, el toro se fue afianzando. Cuando tomó la muleta con la izquierda y alargó las embestidas del bicho comenzó a obrar el milagro en éste de no volver a caerse más y tras pasar por el túnel del tiempo, todos empezamos a rememorar cómo le funcionaba antes esa izquierda de oro que sigue siendo la mejor del escalafón. Los olés atronaron en el cielo venteño y el 7 rugió. El resto de la plaza  comprendió que aún queda espacio para el amor a un torero que se lo ganó a pulso hace años y admiró con emoción los mejores naturales que creo que se verán en la feria. Sí, a un medio-toro, pero es a lo que se enfrentan todo el resto de figuras y nunca consiguen la perfección y la belleza estética de esta zurda privilegiada del de Salteras, que nació con ese don divino. Y tras matarlo de estocada entera en lo alto (aunque trasera) y conseguir que el propio toro se descabellara, la plaza pidió la oreja que, casi al límite (cuando comenzaban a arrastrarlo), el palco concedió. El amor de esta plaza por Manuel había renacido de sus cenizas. Veremos a ver cuánto dura.

Perera sorteó un segundo, devuelto por inválido claudicante y en vez de sobrero corrió turno. El sorteado como quinto era aún más inválido, pero el incompetente del palco le mantuvo, a pesar de derrumbarse varias veces incluso en banderillas. En la muleta se movió más el torero que el marmolillo hasta que llegó la cogida, siendo Miguel Ángel zarandeado repetidamente, aunque por fortuna sin consecuencias, salvo el palizón, claro. La plaza reaccionó, como siempre que pasa esto, animando al de la ropa destrozada, que volvió a intentarlo aunque era imposible. No obstante, si llega a matarlo bien quién sabe si no hubiese habido oreja. Pero no hubo lugar. En quinto lugar salió un feísimo y grandote sobrero de Carmen Segovia que, por su falta de casta, tampoco dio opciones al torero (luciendo ahora unos vaqueros sobre la destrozada taleguilla). Lo intentó sin convicción, dándose un arrimón, pero tras más de dos horas de corrida la plaza estaba deseando irse y le protestaron por ponerse pesado.   

El paso de Luque por Madrid está siendo penoso. Contratado tres tardes (y ya lleva dos), está sorteando medio-toros sin opción alguna, mansos descastados e inválidos. Y parece que esto le va haciendo mella y termina por aburrir al personal y tirar la toalla. Su primero de hoy fue devuelto por claudicante, saliendo en su lugar un sobrero de buena presencia de Salvador Domecq, pero manso, descastado e inválido para la lidia. Un mulo incapaz de moverse en la muleta. El sexto, de la ganadería titular, tampoco le dio opciones y tras ponerse pesado terminó por desistir del empeño.   

En resumen, de uno de los hierros triunfadores (según los taurinos y juntaletras pesebreros) de la feria de San Isidro del año anterior sólo se lidiaron cuatro. Se repitió el fracaso de los del Puerto de San Lorenzo de la feria de otoño pasada. Se ve que ya van cogiendo regularidad estos toros de los Fraile...que mostraron todos pelajes de invierno...y hasta crotales. Parece que Las Ventas no tiene arreglo con el ganado.   

Los conspicuos sufridores del 7 (que ayer sufrieron de verdad con las veleidades de “claveleros” e “isidros”, así como por la fácil generosidad del palco) hoy salieron algo más contentos con las escasas pinceladas de El Cid, pues decían y con toda la razón que valieron más los naturales (pocos, pues el inválido no daba para más) que dibujó con su zurda maestra rediviva que todos los muletazos que vimos ayer a Julián y Manzanares juntos. Como el resto fue para olvidar los pobres se tienen que contentar con poco. Así es la afición. Mucho sufrir y poco que disfrutar. Tiene más moral que el Alcoyano.