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Decía el maestro Fuentes Bejarano que quitarle casta al toro era como echarle agua al vino; de ahí el titular. Nada tiene que ver con el clima o la falta de delicadeza para con el público al iniciar una corrida de toros con una lluvia intensa; la descendencia de El Ventorrillo -hoy Montecillo- en nada se ha parecido a sus orígenes; los otrora toros encastados de Francisco Medina, se han comportado mansos del primero al último; aunque los dos primeros dieron juego, todos fueron mansos. De la búsqueda de aquellos, resultan los cuatro restantes. Poco provecho le ha sacado Uceda a la corrida de regalo, con el primero no se entendió del todo y con el segundo no tuvo posibilidades. Su primero respondía a Imperdible, negro de capa, anovillado y más chico que terciado. No humilló de salida y tras ignorar al caballo tomó un puyazo a regañadientes; luego costaría una eternidad llevarle por segunda vez ante el jaco. Mejoró en la muleta repitiendo humillado y con claridad por ambos lados. Fue manejable y tuvo un comportamiento noble. El agua caía cuando salió 'Dirigente' El otro toro que dio juego fue Dirigente, primero del lote de Iván Fandiño y segundo del festejo. Era salpicado según reseña, pero casi se podía denominar como burraco; bajo de presencia para Madrid, su lámina no rebasaba la de novillo. Hubo poco de casi todo en este segundo de la tarde: poco trapío, poca suerte de varas y poca fuerza, además de poca casta que le hizo acularse en tablas tras el tercio de varas. Espabiló en el último tercio y repitió claro y con profundidad en la muleta de Fandiño. Muletero como su hermano de camada, fue bueno en el último tercio, le faltó casta y sobró nobleza.
En sus siguientes toros ni Uceda ni Fandiño tuvieron posibilidades. Uceda Leal lidió al cuarto de la tarde de nombre Mocetón, y era un buen mozo, serio y bien armado, acorde con esta plaza. Se frenó desde el saludo, y aunque peleó bien en varas, pronto buscó tablas. A la muleta llegó rajado, tiró la toalla y fue imposible mantenerle en el tercio. Alcachofa era el quinto de la tarde, segundo del lote de Iván Fandiño; negro bragao y meano de bonitas hechuras, terciado y de poca seriedad. Éste repitió con codicia de salida. Flojeó tras el primer encuentro –que no puyazo- y simularon el segundo descaradamente; hubo protestas, mientras, el presidente se hacía el Tancredo. Es triste que hoy en Madrid se haya picado como en los pueblos. Poco juego dio en la muleta Alcachofa, embistió siempre descompuesto –así cubrió el tercio de banderillas- por la falta de casta y fuerza. Menos suerte aún ha tenido Miguel Tendero que se ha estrellado con dos mansos de libro. A Gracioso -como le llaman a los malos toreros por el Sur- respondía su primero, que era cuajado y bastote. No terminó de entregarse en la capa y después le hizo el tiovivo al caballo –carioca inversa para entendernos- en dos ocasiones. Tampoco le picaron. Espero a los rehileteros –no crean que desafiante-, manseando y soseando. A la muleta llegaría hecho un verdadero marmolillo, para acabar, completamente parado. El que cerraba la aguada tarde respondía a Olvidado; Olvidado no se anduvo con falsedades, desde el primer momento echó las manos por delante y empezó a mansear. También manseó en varas y como no, en el último tercio. Pasaba sin fuste alguno, aburrido y aburriendo a los espectadores que a estas horas se les veían los rostros lánguidos de soportar otra triste y aguada corrida. Hasta mañana. |
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