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Lo que son las cosas, sale el toro y se nos acaban las penas, lo que no quiere decir que empiecen las alegrías. Para comprender esto solo hay que saber de la corrida de José Escolar en la plaza de Madrid. Uno por uno han ido saliendo toros de verdad, malos, buenos o regulares, pero toros. Toros que dignificaban la plaza, al público, al torero y al espectáculo. Bien es verdad que los matadores no honestado bien, pero ¿qué quieren que les diga? yo en estos casos no me puedo poner exquisito.
Rafaelillo no ha tenido su mejor tarde en Madrid, se le ha escapado el mejor toro de la tarde, el primero, pero allí había mucho que torear. Quizás ese haya sido uno de sus errores, pero tampoco creo que haya que tratarle como si se le hubiera escapado una babosa del monoencaste. Sí es verdad que hay que censurarle su poco cuidado durante la lidia, no ha puesto el toro al caballo en su sitio ni una sola vez, no ha tenido en cuenta la lidia que cada toro le exigía y a la hora de tomar la muleta parecía que todo su quehacer se reduciría a estar a merced del toro y a aguantar las embestidas encomendándose a toda la corte celestial. Había que aguantar, sí, pero ofreciendo firmeza y mando, embarcando las embestidas, primero pensando en domeñar al Escolar y luego, y solo si fuera posible, intentar darle naturales o derechazos. Eso evidentemente no lo ha hecho Rafaelillo. ¿Es digno de censura? También, pero no nos cebemos.El primero de Escolar Fernando Robleño ha estado más afortunado y ha sido el único que ha dejado muestras de buen toreo; primero en el recibo a la verónica al segundo de la tarde y después en el inicio de faena por bajo en el quinto, pero nada más. En su primero enseguida se vio superado por las dificultades, tragando los arreones del albaserrada. Tampoco nos dejó ver el toro en el caballo y tampoco se esmeró en llevar la lidia, algo que a lo mejor no importa tanto con el toro moderno, pero con el encastado te puede costar caro. Y como la mayoría de los coletudos actuales, también arrastra ese complejo a doblarse con su oponente y a darle por bajo hasta dejarle como una seda.
Alberto Aguilar traía por delante las credenciales de lo hecho en otras plazas, pero ante el hierro de José Escolar se ha desinflado y ha caído en los mismos errores que sus compañeros, aunque quizás en mayor medida a causa de su bisoñez. Como todos, no lidió y se empeñó en aplicar al toro encastado las mismas normas del toro bobón, con lo peligroso que esto puede resultar. Mecánicamente piden el cambio con dos entradas al caballo, sin tan siquiera pararse a ver si han sido dos puyazos, así que mucho menos van a reparar en si se les ha administrado el castigo necesario o no.El cuarto de la tarde Desde muy pronto ya había encontrado motivos que merecieran ser recordados, las verónicas de Robleño o un oportunísimo quite de Rafaelillo, pero tal y como iba transcurriendo la tarde se reforzaba la idea de que cuando hay toro, hay fiesta, que ésta es emoción, que el toro pone a todos de acuerdo, que la casta espanta el tedio y que cuando te quieres dar cuenta se te ha pasado la corrida en un suspiro. Hoy ha merecido dibujarse el toro. En este caso el primero, el mejor de la corrida y el cuarto el que lucía una arboladura impresionante, aunque las intenciones no eran tan bellas, pero eso es el toro. Podía haber escogido a cualquiera de los seis o a los seis al completo, pero había que decidirse por dos. Y dejo una reflexión: ¿Qué corazón aguanta veinte tardes como esta? Sinceramente creo que el mío no. Que conste que no me he divertido, he disfrutado, y mucho, con una buena tarde de toros, aunque la haya pasado en un continuo ¡ay!
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