Ante una entrada que rebasa el cuarto de plaza, se lidió un encierro compuesto por un extraordinario novillo de La Joya, procedencia Parladé, que mereció los honores del arrastre lento; y tres de El Grullo, segundo y tercero, justos de presencia y cómodos de cornamenta, mientras que el cuarto, impecablemente presentado. El tapatío Rafael Robles, oreja. El moreliano Rodolfo Chávez, silencio. El tlaxcalteca Martín López, silencio. El aguascalentense José Manuel Montes, gran vuelta triunfal.

Llegamos a la segunda novillada -de la actual temporada- que organizan los señores Arroyo en su plaza del sur de la Ciudad de México, deseosos de encontrar un prospecto que en la realidad impactara. Desde la feliz presentación del actualmente matador Guillermo Martínez -en el serial novilleril del año pasado-, si bien es cierto que algunos habían sumado apéndices, esto no significaba un triunfo que escandalizara al espíritu taurino.

Salió el primer novillo que procedió de La Joya (encaste Parladé) un hermoso novillo de bonitas hechuras y mejor comportamiento. Tecolotito con 436 kilos lució imponente la belleza de su encastada bravura; y Rafael Robles de Guadalajara, si bien es cierto que como carta de presentación escribió lances aseados, no fueron suficientes para dar un comienzo preciso a lo que pudo haber sido consagratorio.

Después apareció… un discreto quite por tafalleras, que tampoco resultó la contundente respuesta a la expectación del respetable, que con asombro veía la clase y calidad del novillo, que pase a pase mostraba su emotividad.

El prólogo de la faena del tapatío Robles fue con base en pases por alto, para dar quizá respiro a un animal que se encontraba cabalmente en sus sentidos. Vendría una primera serie con la diestra… correcta, pero, sin hambre de triunfo... como todo lo que se había visto. Quizá es con esta frase, con la que se puede resumir su paso por la plaza de los señores Arroyo. Rafael Robles careció de… hambre de triunfo, porque si la falta de torear era su justificación, su incontenible hambre de triunfo debió haber rebasado todo, y esto nunca ocurrió.

Otra serie por el lado natural que dijo mucho menos y luego comenzó ahogar con la diestra al magnífico ejemplar para sucumbir en la avasallante medianía; incluso aparecieron unas maltrechas manoletinas, para poner como punto final un feo bajonazo, y de pronto… el desubicado juez de plaza, decidió que era pertinente regalarle una oreja, que lució en el redondel, pero que no convenció –suponenos- ni al propio novillero. Lo correcto fue haber ordenado un arrastre lento a tan extraordinario novillo que supo hacer valer su casta brava.

Vendrían… otros dos jóvenes que es mejor proponerles que prosigan sus estudios. Suponemos que alguien debe decirles la verdad y no engañarlos, porque en este medio del toro, la coba es muy socorrida.

El michoacano Rodolfo Chávez, principéscamente ataviado, lució un terno en seda roja y oro, pero no pudo decir nada en el redondel para justificar su inclusión en el cartel,

Con Pajarito con 409 kilos de El Grullo, un comodito ejemplar, cuando tomó la muleta dio más la impresión de que se dirigía al patíbulo, y no a recrear su espíritu en el sublime arte de la tauromaquia, y así… salvo mejor opinión, es mejor desistir y conducir su humanidad a otras actividades que le causen placer y no sufrimiento. Se sumaron tantos pases que sólo consiguieron aburrir no sólo al respetable, sino al mismo novillo que acabó echado en la arena, según dijo alguien por ahí… dormitando la siesta.

El de Apizaco, Tlaxcala, Martín López… un manojo de miedo estuvo frente a otro “agradabilísimo” novillo de El Grullo que respondió al nombre de Zapatito, y la vida no se hizo para sufrir. Antes de dar un pase ya estaba huyendo del compromiso de embraguetarse al novillo. Triste papel dejó el joven López en el redondel.

En este gris panorama esperábamos que saliera el cuarto y punto final, pero ocurrió algo maravilloso, la presentación de un joven nacido en Aguascalientes, que hacía unos días cumplía 17 años… José Manuel Montes, a quien le correspondió el novillo más hecho… el mejor presentado de los que procedieron del El Grullo... Romerito.

El menudito bisoño no se arredró, se creció ante el reto y recetó tres verónicas y un bellísimo recorte soltando el capotillo con una mano, aguantando la fortísima embestida.

Sin que nadie lo solicitara, respetuosamente José Manuel decidió banderillear y lo hizo con suma gallardía y exquisita recreación, al cuarteo y aguantando la poderosa embestida del novillo, el último par tan comprometido que le aventó un hachazo en el pecho sin que se inmutara el valentísimo joven.

Su insipiencia se hizo presente en la muleta, y a pesar de ello mostró un enorme potencial, sobre todo en una serie por emotivos naturales que conmovieron al público reunido. Lástima grande que citó a matar hasta en tres ocasiones y pinchó, dejaba encogido el brazo, hasta que el matador Leonardo Manzano le gritó atinadamente… “la mano por delante”, y entonces el pequeño de Aguascalientes, vació un gran espadazo que hizo sucumbir sin puntilla al novillo. Una vuelta triunfal fue el reconocimiento popular, a un joven que promete mucho y estamos seguros, que… ¡cumplirá!, Aguascalientes está de plácemes.