Antes de la media noche nos llegaba la noticia. Escueta, como un rayo: Alfonso Navalón ha muerto. Sabíamos de su reciente y vertiginosa enfermedad, pero siempre quedaba la esperanza. Era la maza, el látigo fustigador de las crónicas desde sus comienzos. Era todo. Posiblemente el mayor conocedor del mundo del toro de los que han escrito crónicas en el último medio siglo. Polémico donde los haya, siempre supo estar por encima de lo superficial para llegar a colocarse descaradamente junto a los aficionados. Esa era su mayor virtud: interpretar a los aficionados. No siempre, naturalmente, acertaba en sus formas de enfrentarse a la cantidad de corruptelas que la Fiesta ha tenido, pero jamás las escondía y a ellas se enfrentaba desde la independencia que le daba su afilada pluma. Nació en Huelva en 1933, pero desde chico vivió y se sintió salmantino. Alternó con las figuras de los sesenta en múltiples festivales como torero aficionado y practicante; con ganadería propia también conoció esa faceta y sus entresijos. Licenciado en Derecho sin ejercer, aunque ejerció en lo taurino mas de fiscal que de abogado. Fueron varios los medios en los que dejó plasmado su hacer y opinionytoros gozó de su pluma en su arranque, con un sabroso debate que cautivó a nuestros lectores y una posterior entrevista en la que ahora deja testimonio vivo de su forma de pensar y de hacer. A sus familiares y amigos, desde este Portal, les hacemos llegar nuestras más sentidas condolencias. Descanse en paz. |