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Bonitos de láminas y de pelos, parejos y bien presentados han sido los toros de Alcurrucén que se han lidiado esta tarde en Bilbao. De comportamiento noble, flojos y manejables en general a excepción del quinto que no ha terminado de pasar y que ha embestido con la cara alta. La corrida ha transcurrido en tarde agradable y casi lleno. Julián López El Juli, que ha sustituido a César Rincón, ovación y vuelta. Manuel Jesús El Cid, ovación y silencio. Sebastián Castella, ovación y ovación. Sin duda alguna una de las sorpresas de estas Corridas Generales en Bilbao ha sido las actuaciones de Julián López El Juli que ha convencido a sus detractores con su toreo y ha terminado de posar en los incondicionales. De ahí que la Junta Administrativa haya pensado en él para sustituir hoy a César Rincón en lo que iba a ser una corrida con los triunfadores de Madrid. Los toros para la ocasión los ha puesto el hierro de Alcurrucén con una corrida preciosa de presentación y toros de comportamiento similar y yendo a menos. Destacar unas chicuelinas en el quite muy ceñidas, una tanda colocada y ligada del Juli a su primero, en la izquierda y la faena al cuarto de la tarde, en un palmo de terreno, un toro que ha acudido al toque como casi todos sus hermanos. El Juli ha optado por reducirle las distancias y al final la cosa ha terminado en un arrimón valiente del que han salido pases bonitos y ligados en terrenos complicados. La espada ha fallado en este toro y El Juli ha sido premiado con una vuelta al ruedo que algunos han protestado. Las manos bajas de Castella en el capote, sin conseguir unas verónicas de quilates por la falta de fijeza que el toro ha tenido en este tercio, han dejado un buen sabor de boca, que podría haber sido mejor, pero ahí ha quedado el gesto. Las ha intentado repetir en el quite. En la muleta lo ha abierto doblándose con él, con mucho gusto, con cambio de mano y pudiendo al toro. Luego todo ha funcionado bien: la muleta siempre puesta, el toreo ligado y el temple en sus dedos. Una tanda con la izquierda para el recuerdo, muy ligada, muy embarcada adelante, largos los naturales y la muleta otra vez puesta. Elegancia y sabor. En el quinto de la tarde ha querido Castella torear en una distancia muy larga en la que al principio el toro ha ido pero un poco trastabillado. La solución ha sido cortar la distancia y darle una un poco más corta y más adecuada. En ese terreno corto ha salido alguna que otra tanda. En este toro ha escuchado un aviso. El Cid ha entendido bien al primero de su lote y le ha dejado siempre la muleta en la cara para ligar bien. El quinto ha sido el peor toro de la tarde, flojo, con la cara alta y sin terminar de pasar. A este lo ha fallado con el acero.
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