A plaza llena de “no hay billetes” y en tarde agradable se han lidiado toros del Puerto de San Lorenzo, el segundo jugado como sobrero, de la misma ganadería y el tercero de Campo Cerrado. Casi todos de pésimo comportamiento, mansos y flojos aunque bien presentados. Juan José Padilla, que sustituía a Enrique Ponce, ovación y vuelta tras petición. Francisco Rivera Ordóñez, que sustituía a Antonio Barrera, silencio y silencio. Julián López “El Juli”, ovación y silencio. Son tardes, estas de Bilbao, de sustituciones al haber muchos toreros titulares en el sanatorio. Sin embargo no siempre estas sustituciones son acertadas. Se entiende perfectamente que una de ellas se le dé a Padilla, que puede gustar más o menos, pero que lleva una semana de verdadero ciclón. Otras suplencias ya no son tan perfectamente entendidas. El Puerto de San Lorenzo ha mandado una corrida seria y bien presentada pero mansa y floja, que no ha facilitado las cosas ni ha permitido el toreo al andar por los suelos. Padilla quiere demostrar el momento en que se encuentra y la capacidad que tiene para meterse al público en el bolsillo y por eso al primero de la tarde lo ha recibido de muleta con una media cambiada y lo ha banderilleado muy en su estilo, dejándole que se venga al embroque de largo. Sin embargo el del Puerto estaba para pocas carreras. En la muleta ha empezado en el estribo para pasar luego a arrodillarse y ya ahí se ha empezado a ver que el toro no valía demasiado. Ha quitado por faroles a su segundo y lo ha lucido en banderillas y en las tablas de rodillas, de nuevo, con la pañosa en la mano. Pero el toro se ha querido rajar y al final lo ha hecho. Poco que contar de Rivera Ordóñez salvo que ha intentado justificarse en su primero echando la culpa al toro y que se ha quedado con la muleta retrasada en el segundo, en el tercio y lo ha molido a pinchazos. Flojo ha sido el del Juli de Campocerrado que ha sido noble pero ha perdido las manos y con el que ha estado digno el torero, igual que con el último de la tarde. Tardes como ésta son para olvidar, pero de ellas está hecha también la historia de la tauromaquia. |