Con tiempo agradable y media plaza, salieron al ruedo siete toros colombianos de Juan Bernardo Caicedo con edad, peso y trapío. Sin contar aquel que fue devuelto por ser un “buey de carreta” los otros seis acusaron diferente nivel de bravura y dieron diferente juego; todos embistieron con alegría y codicia a los capotes y caballos; cumplieron en el acostumbrado unipuyazo pero se apagaron pronto y al inicio de la faena de muleta estuvieron agotados, con la boca abierta; no obstante lo cual la mayoría continuó en la brega, embistiendo con más o menos dificultad hasta el final de la lidia. El Cid fue la gran decepción para el público limeño: silencio y bronca. Sebastián Castella, coraje, entrega y pundonor a toda prueba: palmas con saludo desde el tercio y oreja. Matías Tejela, “pega pases” en su primero armó faena con su segundo que mató de buena estocada: palmas con saludo desde el tercio y oreja. El presidente de plaza muy bien en la devolución del toro y en la concesión de trofeos. De los subalternos sobresalieron José Fernández y César Caro en la pica; Raul Mendiola en banderillas, José Espinoza y Dennis Castillo en la brega. |