|
Eran las 3 de la mañana de este viernes 19 de agosto, y un grupo de amigos... doña Blanquita Ramírez, don Julio Téllez, el matador Víctor Galindo y un servidor, seguíamos embelesados escuchando la maravillosa plática del maestro Jesús Solórzano, en uno de los tantos espléndidos merenderos que existen en esta taurinísima ciudad, llena de historia y tradición. Habían pasado acaso dos horas y media de haber escuchado el punto final a la extraordinaria Conferencia Magistral que impartió don Jesús Solórzano Pesado... hijo de ese gran torero que le dio mismo nombre y apellido, y que de tan gratos recuerdos sigue inundando a muchos aficionados no sólo mexicanos, sino españoles y sudamericanos por sus hazañas toreras; y continúabamos inmersos en la mágica y anecdótica retórica del diestro mexicano. Sí... habíamos sido testigos horas antes, de una disertación que fue llevando de la mano a la muchedumbre que acudió llenando hasta el reloj la sala del hotel sede; conferencia a la que todavía más gente hubo de quedarse afuera del recinto en el que se llevó a cabo una plática, que inició, cuando los árabes dejan la Península Ibérica y quedan el toro y el caballo; y así comienzan sus andanzas en las plazas principales de España -aún no existían los conocidos cosos- primero como mero espectáculo cortesano, y después llevado y arraigado por el pueblo. Y así fuimos recorriendo durante más de 3 horas con don Jesús del gran poder... como afectuosamente le llama don Julio Téllez, al maestro Jesús Solórzano, por una narración que sintetizó inteligentemente, la evolución de la historia taurina universal. Lo interesante... y fundamental del asunto, ha sido que esta Cuarta Semana Cultural Taurina de Aguascalientes... no sólo ha convocado a los viejos aficionados, sino a los jóvenes e incluso a los niños... sí a ¡los niños!, que motivados por estas interesantes sesiones... se adueñen de un espectáculo de la cultura popular, que da luz, color y vida, a una expresión que con su belleza y conjunto de formas, a través de los efímeros momentos escultóricos que se van sucediendo, queden impregnados de luminosidad que irradian estas creaciones en el redondel. |
|