La mejor entrada de la feria, hasta el momento, coincide con la tarde en la que ha actuado Pablo Hermoso de Mendoza. Casi tres cuartos de plaza llena, lo que no se había conseguido ni siquiera el día de la virgen. En tarde agradable pero nublada se han lidiado dos toros de Los Espartales para el rejoneo, bien presentados y válidos aunque un tanto mansos y cuatro del Marqués de Domecq, correctos de presentación, muy faltos de fuerza, mansos por lo general.

Pablo Hermoso de Mendoza, oreja y fuerte petición y oreja.
Miguel Abellán, silencio y silencio.
Sebastián Castella, palmas y palmas.

Tarde animada con la presencia de Pablo Hermoso de Mendoza que se ha enfrentado a dos toros válidos para el rejoneo de Los Espartales. La faena cumbre la ha realizado en el primero de los dos en el que ha sabido encontrar los terrenos al toro y llevarlo prendido a la cola del caballo. Los quiebros, el correr al toro de lado, los desplantes en la cara y las distancias cortas utilizadas para realizar las suertes, han encandilado al público donostiarra, enfadado al final de la faena por la no concesión de los dos apéndices. Desde aquí aplaudimos la actuación de la presidencia pues el rejón de muerte ha descolgado al toro, entrando y saliendo, y de ahí que éste haya rodado. La faena al segundo no ha sido tan meritoria y las suertes han quedado por debajo de las anteriores. La muerte se ha producido de un rejonazo contrario que ha acabado con el toro. Otra oreja para Hermoso de Mendoza.

Pocas cosas han podido hacer los de a pie con sus oponentes del Marqués de Domecq muy faltos de fuerzas y necesitados de cuidados en el caballo y en la muleta. Todos los toros del Marqués han ido a menos y han sido sosos y parados. Se han empeñado los diestros en los quites, cosa que es de agradecer, pero hay que realizar quites cuando el burel lo permite. Desacertado con la espada ha estado Abellán, aunque muy voluntarioso en sus dos toros. Más acierto ha tenido Castella con el estoque y de estocada ha matado a su primero, noble pero muy flojo y quejica, que ha seguido el trapo. El segundo, perdiendo las manos en cada lance, no ha permitido la colocación al torero. Lo ha matado de otra estocada.

La corrida del Marqués sale mala todos los años e incomprensiblemente vuelve, año tras año, al coso de Illumbe.