Ante unas dos mil personas, se lidiaron novillos de Garfias de buena presencia, complicados, peligrosos, mansos y descastados. José Mauricio: Saludos en el único que mató Fermín Rivera: Silencio tras dos avisos, silencio en el que mató por el herido José Mauricio y silencio. Juan Chávez: Palmas y saludos. Sabemos que lo de Garfias no es un ganado adecuado para unos muchachos que quieren el triunfo. Exigen técnica, poder, sitio y la solvencia que los jóvenes novilleros no poseen. Complicado querer triunfos de los muchachos con una dehesa que no garantiza nada. Fue otra tarde en la que simplemente no pasó nada interesante. José Mauricio resultó herido con una cornada en el muslo izquierdo aparentemente de dos trayectorias. Antes del percance, se preocupó más por las posturas que por el contenido de la faena en sí. Primero hay que torear para después adornarse. Fermín Rivera, por decirlo de algún modo, se desinfló. Perdió la brújula; no puede mantener un toreo constante de una tarde a otra. Mostró la carencia de técnica necesaria para poder con los mansos de Garfias. Juan Chávez tampoco tuvo la capacidad lidiadora. Se esperaba más de él después de la tarde anterior, pero no fue así. Algunos detalles aislados que el público le agradeció. Lo primero que hay que aprender en el toreo es la técnica, no hay más. La escuela es lo que hace falta, más tarde, conforme al rodaje de los novilleros, estos tomarán su propio camino en cuanto a estilo y sello propio. Al final del paseíllo se tributó un minuto de aplausos en memoria de José Ramón de Villasante, ganadero de Carranco. |