Vaya fracaso, hasta en el episodio final. Este era el sentir del 7 al terminar el festejo de hoy, el que cerraba las ferias, cuando la gente se apresuraba a escapar y a parapetarse de la lluvia que volvía a caer de nuevo. La verdad es que Taurodelta todo lo ha hecho mal. Como empezar a quitar las lonas de plástico cuando faltaba sólo un cuarto de hora para el comienzo y hacía más de una hora que no llovía, con lo que la corrida sufrió un considerable retraso ¿Querrían vender más entradas? Los tendidos mostraban una ocupación solamente de la mitad del aforo, aunque la gente estaba distribuída por toda la plaza, pero podemos asegurar sin equivocarnos que cada asiento tenía uno o dos huecos al lado. Está claro que El Juli (hoy el sustituto), el que llenaba los cosos hace años, recién tomada la alternativa, ya no los llena como antes, por más que los juntaletras pesebreros nos le quieran mostrar como la panacea para los males de la tauromaquia actual. Otra cosa hubiese sido José Tomás (el sustituído), pues el morbo sí los puede llenar. Ni siquiera el tiempo acompañaba para poder disfrutar de una buena tarde.

La corrida de El Ventorrillo estuvo bien presentada en general de cara, aunque los dos primeros bajaron bastante en trapío sobre los restantes. Sin embargo, en cuanto a comportamiento, todos fueron mansos, prácticamente descastados, casi todos nobilísimos (o tontísimos, según se mire, justo lo que buscan los taurinos) y de fuerzas muy justitas, salvo el sexto, el de más poder aunque sin exagerar. Y eso que hubo muchos tumbos, pero más que nada por los flojos jacos y los malos jinetes. En resumen, una corrida para “figuritas”, escogida cuidadosamente para poderles hacer a estos medio-toros todas las “monerías” de la moderna tauromaquia, pero nunca para demostrar lo que es poder y dominar a un verdadero toro de lidia, es decir una fuerza desatada de la naturaleza embistiendo a todo y a todos, que es justo la emoción que vamos buscando los aficionados y por lo que poco a poco vamos desertando de las plazas.

Manolo Sánchez, hoy día torero de escasos festejos, abría el cartel, al haberle contratado la empresa a tal fin obligado por Tomás. En su primero ni se atrevió a fajarse con el animalito y eso que no se comía a nadie. Con el cuarto dejó alguna pincelada suelta, como recuerdo de su antiguo esplendor. Y con los aceros un desastre ¡Ay, Manolito, Manolito, quién te ha visto y quién te ve!

El Juli destoreó, como siempre, al segundo de la tarde, tirando líneas, echándoselo fuera, metiendo pico y alternando algunos pases ligados con tropezones en la muleta, pero la mayoría de asistentes le aplaudían frenéticamente como si estuviera inventando el arte de Cúchares. Cierto que le puso ganas pero se sobrevaloró su labor por la mayoría de “guiris” y no habituales que eran mayoría en los tendidos, aunque sólo ocupados a medias.

Este fue el primer 'julipié' captado perfectamente por la cámara

Lo mató de un julipié desprendido y parte del público sacó pañuelos, como si hubiese ido solamente a la plaza con esta intención orejista. En el palco hoy estaba don César Gómez que se mantuvo firme al comprobar que ni había mayoría ni tampoco la labor juliana la había merecido. Julián saludó desde el tercio, no quiso dar la vuelta y la bronca del resto de la plaza al palco fue contrarrestada por la gran ovación que le dedicó el 7 a la presidencia. En el quinto aún estuvo El Juli peor, con contínuos enganchones y sin encontrar siquiera la distancia. Aprovechando que comenzó a llover, que la gente se puso a sacar los paraguas y parapetarse y que pocos le hacían caso, cogió un rebote de soberbia, suponemos que enfadado con todos (palco incluído), se fue a por la espada y tuvo que dar tres pinchazos al julipié antes de matar a la cuarta de otro julipié pero este bajísimo, que hizo que la mayoría, esta vez sí, le despidiese con una gran bronca. Así terminó su labor hoy en Las Ventas este “fenómeno”, loado por la mayoría de palabreros y juntaletras pesebreros y del que mañana nos volverán a contar las excelencias de su tauromaquia. Pero con el 7 de Madrid lo tiene cada vez más crudo. Que se anuncie con una corrida de toros de verdad, no de los “nobles y escogidos” cuidadosamente por sus veedores y entonces le respetaremos. Mientras que siga viniendo con torillos descastados y babosas, en el 7 nunca. Él verá.

Talavante era el convidado de piedra que siempre hay que poner cuando viene una figura. Así estaba previsto en el cartel original con Tomás, aunque luego éste fue sustituído por El Juli. Y debemos decir que su inicio de faena al tercero fue lo mejor y más emocionante de la tarde. El toro era el de más trapío y se lo llevó a los medios, dando la de cal al principio... y la de arena al final, yendo a menos la faena. A lo mejor le hubiesen pedido también la orejita pero tras cobrar una estocada, que parecía mejor de lo que era en realidad (pues estaba arriba pero delantera y con la trayectoria atravesada), falló repetidamente con el descabello, acertando al quinto intento, por lo que todo se diluyó, aunque saludó desde los medios y dio la vuelta al ruedo. El sexto fue el más feo, basto y manso de todos y estuvo siempre a la defensiva derrotando al final de cada intento de pase. Talavante nunca se acopló y acabó tan desmoralizado como todos nosotros.

Y punto final, amigos lectores. Han terminado las peores ferias de la historia de la plaza de Las Ventas. Culpables: la empresa y el CAT por aprobarlas. Y amenazan con renovarles el año próximo ¡Qué horror!