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El aficionado a los toros aúna virtudes y defectos une una característica que lo humaniza sobre todas las cosas y esto es la sensibilidad a la tragedia. Siempre se siente cerca del torero que se encuentra en la cama, pero el recuerdo al herido hay veces que va más allá de este sentimiento de solidaridad. La vida sigue y el puesto vacante debe ser ocupado por otro compañero. Hoy tenía que haberse vestido de luces Julio Aparicio y su lugar lo han tenido que asumir el sustituto, Rafaelillo, y los anunciados inicialmente, El Fandi y Matías Tejela. Y ninguno ha conseguido quitarnos de la cabeza lo que creíamos que podíamos haber visto y evitarnos la dura realidad de lo que hemos visto. Ante un ganado moderno con remiendos incluidos y que no voy a entrar a enjuiciar, salvo que repiten el comportamiento general de la mayoría de las ganaderías que han salido en todo el serial, se han enfrentado Rafaelillo, que no es capaz de quitarse de la cabeza las piezas con las que se las ve habitualmente. Pero paradójicamente, tampoco aplica la lidia propia de un toro complicado. Se limita a aperrearse con el toro, a meter el pico, estirar el brazo y sacar culo y a quitarle el engaño de la cara, sin calma, ni temple. Aunque en el segundo si encontró un toro que no daba facilidades, aguantaba dos muletazos y al tercero lo desbarataba todo, y así una y otra vez. El Fandi desparramó sobre el ruedo todo su repertorio chabacano, aunque no tan acelerado como otras veces. Banderillas a toro pasado o pasadísimo, variedad con el capote, lo que siempre es de agradecer, aunque sean trapazos y dos faenas eternas con los males propios del momento y en los que no voy a insistir más, pero que se mantienen fieles a la vulgaridad que nos atormenta. Matías Tejela cerraba el cartel y más de lo mismo. Y ninguno de los tres matadores ha protagonizado nada que sea digno de pasar al papel. Entre trapazo y trapazo, abuso del pico y de la pierna contraria exageradamente retrasada creíamos entrever a Julio Aparicio en una serie de redondos, instantes antes de que tuviera que acudir urgentemente a la enfermería. Nda nos ha hecho olvidar los derechazos de Aparicio Con el temple, torería y verdad que tanto hemos echado de menos, hoy y casi todos los días y echando cuentas sobre cuando podremos reencontrarnos con este torero, aunque sea como espectador en el tendido, comentando las incidencias de cualquier otro día. Carlos Avila sale del compromiso Y busca que te busca, el otro momento que quería plantarse en el papel tenía que venir de la mano de un subalterno. Una feria tan larga, un anexo de una semana y los banderilleros se han hecho dueños de mis lápices y mis pinceles. Hoy no iba a ser menos y se ha plantado aquí Carlos Ávila, quien ha aguantado como el toro le echaba la cara arriba en un par de banderillas, del que ha podido salir con cierta dificultad. Poca emoción para conseguir hacernos olvidar, al menos durante dos horas, la torería de Julio Aparicio.
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