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Otra corrida remendada y, por lo tanto, de presentación en escalera. Se han lidiado dos reses de Torrealta 1º y 2º, tres de La Palmosilla 3º,4º y 5º, y un 6º como sobrero de Moisés Fraile, de un comportamiento variado, manejables en general, que se fueron sin torear: Gordillo, Peluche, Osito y Lavadora todos los matadores tuvieron su ración... Tejela doble... Bella lámina la de 'Pocabulla' Pocabulla de Torrealta rompía plaza, mostraba bella lámina, aunque la reseña le catalogaba como flor de gamón, nos pareció salinero; de poca seriedad y cuajo; bonito, anovillado, al que le costaba tirar de los kilos. Repitió cansino en el saludo y pasó de paso por varas, casi sin castigo. No muestra sin fijeza en banderillas pero se deja sin plantear demasiados problemas. En la muleta de Rafaelillo sacó fiereza -no estaba castigado en varas- y repitió codicioso por el lado derecho. Por el zurdo embistió más templado a medida que iba perdiendo ímpetu. La falta de fuerzas hizo su presencia y ahora la embestida resultaba rebrincada. La unión de la casta y la debilidad siempre fueron malos compañeros de viaje. La suerte de varas se introdujo para atemperar a los toros y que de levantados pasaran a parados.
Gordillo, también de Torrealta, fue el segundo de la tarde, primero del lote de “El Fandi”. Gordillo era paletón de cuerna y por ello lavado de cara; grandote, sin cuajo y poco ofensivo. Embistió encogido con temple de salida por ambos pitones y flojeando. Se pegó una voltereta al salir del caballo tras la primera entrada, no se empleó ni en ésta ni en la siguiente que se repuchó. Se arrancaba de largo en banderillas haciendo hilo hacia tablas en la salida de los pares. Se movió en banderillas. Repitió en el prólogo de la faena final por ambos con bondad. Fue muy claro y franco por ambos pitones, algo flojo y descastado pero de una claridad espantosa. A Peluche respondía el tercero, primero de Matías Tejela; de cuello largo y cornalón que le hacía lavado de cara, hondo, de bastas hechuras y poco trapío. Que embistió con poco celo de salida y fue cuidado en varas. Se vino arriba en banderillas, sacó pies y se movió. En la muleta repitió franco, largo y templado por el derecho y fue bueno por el zurdo -algo mirón-. Se muestra codicioso pero no molesta, es bueno y claro. Boyante por ambos lados en la muleta y embestidas dulces. Como Osito fue bautizado el cuarto de la tarde, basto y gordo, muy lleno y agradable por delante, su matador fue Rafaelillo. Repitió con brusquedad en la capa del torero murciano. Manseó en varas, de poca entrega fue la primera entrada y se repuchó de la segunda. En el segundo tercio se comportó suelto en la brega y apretó a tablas a los rehileteros. Con claridad y repetición encastada se muestra de inicio. Sigue repitiendo encastado por el pitón derecho, y mejor por el zurdo, más templado. Sacó casta en el último tercio y se comportó embestidor y codicioso por ambos, su comportamiento fue aplaudido por la afición. “El Fandi” remató a Catetón, escurrido de carnes y degollado de papada, la báscula dijo que pesaba 628 kilos -revísese-, cariavacado, poco ofensivo y de expresión anovillada. Fue brutote Catetón de salida, embistió sin temple. Éste peleó con entrega en varas, se durmió bajo el peto en las dos entradas. Gazapeó y soseó en banderillas, se dejó, pero con sosería, sin fuste. Repitió noble por el lado derecho y perdió las manos dos veces. Repetía noble pero no le acompañaban las fuerzas. Volvió a perder las manos -no recurriremos al sarcasmo de los palotes contadores- en varias ocasiones. Muy apagado llegó al final, fue noble y repetidor pero inválido para la lidia. Perezoso que iba a cerrar la tarde fue devuelto por inválido después del tercio de varas. ¡Qué vergüenza! Publicaba una pancarta en el tendido, para los sesudos añadimos: "de ferias". Lavadora de Moisés Fraile le sustituyó. Lavadora era zancudo, escurrido de carnes y justo de presencia; astifino y delantero. Fue violento en las primeras entregas al capote de Matías Tejela. Con poder embistió en varas, junto al quinto, las mejores peleas de la tarde. Manseó y buscó toriles a la salida de los pareos. En el último tercio fue un manjar. Se arrancó de largo y planeó en la suerte. Por el pitón derecho se rebosaba y por el zurdo, aunque algo menos entregado, también repite con claridad y hondura. Fue bravo por ambos pitones, de mucha boyantía por el diestro, y aunque a menos, de buen fondo. Buen toro que también fue aplaudido camino del desolladero. ¡Que se va sin torear!, es una frase exclamativa de la afición que denuncia las carencias del matador en un momento determinado de la lidia; pero a la vez, es la señal que colma el tarro de la paciencia franciscana de los aficionados. Durante esta desesperante feria, o ferias, hemos denunciado cuando un toro se ha ido sin encontrar las manos adecuadas, y hemos manifestado que la boyantía ¿para qué? Hoy ya lo vamos teniendo más claro: “para que se vayan sin torear”. |
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