El titular es una metáfora, los toros lidiados pertenecían al hierro de Valdefresno; los seis han mostrado buen tipo y poca o ninguna casta. Los más manejables tercero y sexto. Todos mansos y descastados. 

'Pitonero' pero podía haber sido 'pitorreo'. A partir de él, y con él, el sopor

Pitonero abrió plaza, fue el primero del lote de Urdiales, aunque justo de carnes y remate, mostraba buena presencia por delante, estaba bien armado. Flojeó y no se entregó de salida; tampoco en el caballo en la primera entrada, se durmió en la segunda sin pelear. Apretó para tablas en banderillas. Manseaba. Repite bien al inicio de la faena de muleta pero le costaba humillar; en la tercera tanda empieza a rajarse. Por el izquierdo soseó y fue a menos. Tuvo un comportamiento noble pero manso y descastado, duró poco y le faltó entrega.

Manzanilla II fue el segundo del festejo, de bonitas hechuras, de poco cuajo, bien armado. Saltó abanto y embistió sin casta y se mecía por su falta de fuerzas, le costaba mantener la verticalidad. Se encela y empuja en la primera entrada, en la segunda se dejó y salió gazapón. En la muleta se mostró sin fijeza y gazapeó mucho, no se entregó, siempre embistió suelto. Sus arrancadas fueron siempre en huida por ambos lados y violentas por la falta de fuerzas. Rubén Pinar fue el matador de este manso descastado.

Pomposito se lidió en tercer lugar, era largo y ligeramente capacho, de buena presencia pero poco ofensivo. Blandea de salida en el capote de Miguel Tendero y le falta bravura en los primeros compases de la lidia. Aunque le cuidaron en varas, en banderillas se fue quedando y esperó en el tercer par. A la muleta llegó con poco fondo, aunque manejable. Embistió muy encogido y gazapeando por el lado izquierdo, se entregó más por el diestro, repitió con nobleza y duró poco. Aunque boyante resultó soso por manso y descastado.

Las embestidas hoy eran abueyadas, no metían riñones, y por lo tanto los trasteos carecían de emoción. El público se aburría.

Urdiales sorteó a Manzanila I, era bajo con cuajo y buenas hechuras, serio y bien armado, cinqueño como el quinto y el sexto. Clonado de comportamiento mansea de salida y no se entrega. A relance va al montado y toma un puyazo por dentro con la salida tapada; en el segundo le hicieron un análisis y fue protestado. Sosea y duda en banderillas, espera y quiso sorprender a los rehileteros. Desclasado desde el inició embistió saliendo con la cara alta y tiró tarascadas al final del muletazo. En la tercera tanda ya estaba rajado; por el lado izquierdo manseó más y se aplomó. Otro manso descastado que brindó pocas opciones.

Cigarro era el nombre del quinto, su matador Rubén Pinar, de buena lámina y presencia y tocado de pitones, más en Atanasio. Éste se desplazó en la capa, no huyó de la suerte, pero se mostró rajado antes de ir al caballo. Hizo una discreta pelea y llegó al último tercio sosote. Repetía noble pero sin transmitir emoción. Se dejó por ambos para terminar hecho una babosa, parado y sin viaje. Fue noble de comportamiento pero le faltó la fiereza que aporta la casta.

Marqués cerraba la tarde... ¡Uff! Que tarde. Un poquito de por favor para con la afición señores. Marqués mostraba poco cuajo pero se tapaba por la cara astifína y delantera, era de pelo negro como toda la corrida, negra y lustrosa. Y tan negra... Flojea y le miden en la primera entrada  y se repucha de la segunda. También soseó en banderillas, era la norma de la tarde. Los caracteres están fijados en la ganadería brava -perdón de lidia- pero mal. Éste tuvo cierta continuidad en la muleta, pero pronto empezó a dudar y apuntar a quedarse. Repitió con nobleza por ambos y tuvo más arrancadas y mejores que ninguno. Fue también manso y descastado, pero noble y embestidor, algo soso, por ambos. Todos los toros han mostrado galopes muy largos y sueltos, a mí no me gustan; prefiero el toro que tranquea y se sujeta al albero.

Morfeo se apoderó de la tarde, la presidió, no desde el palco, desde la nada. Los toros, por su actitud  descastada y sosa generalizada, parecían dormidos. Contagiados han estado los toreros que se han echado sus cabezaditas. El noventa por ciento del aforo también dormitó; estos últimos están justificados, ellos acuden a la plaza en busca de emoción, y los toros y toreros son los encargados de provocársela, si ellos duermen, dormimos todos. Pronto -hoy ha sido una ocasión de oro- en vez del pasodoble, sonará una nana. Se imaginan: “Duérmete niño, duérmete ya, que viene el...” Duda: ¿El coco o el toro?