Ante un cuarto de entrada, se lidiaron toros de Joselito Huerta con edad y pitones aunque un poco escurridos de carnes. Sobresalió el cuarto que mereció arrastre lento, el segundo también fue bueno y primero y segundo manejables. José Rubén Arroyo, saludos y vuelta. Manolo Lizardo, oreja y oreja. El mejor lote del festejo se lo llevó Manolo Lizardo, pero no supo aprovecharlo. En su primero estuvo haciendo las cosas muy rápido. Su faena no tuvo planteamiento por lo que se desarrolló entre muchos pases sin decir nada. El toro se fue al desolladero con al menos dos tandas más que Manolo no supo o no quiso ver. Un bajonazo terrible que fue injustamente premiado con una oreja indigna de cualquier plaza de toros. En el cuarto del festejo, el que cerraba plaza, Lizardo pegó una tanda extraordinaria por pitón derecho, pero a partir de ahí, la faena se le cayó. Cortó su labor al no poder con el toro, aunque este se rajó al final por lo que fue inmerecido el arrastre lento. Estocada desprendida para que el juez se inventara otra oreja. No cabe duda que José Rubén Arroyo es un torero de pellízco, de personalidad, sello y detalles aislados con torería que arrancan el ¡olé! espontáneo del público. Sus dos faenas se basaron en eso, detalles pintureros que dejaron buen sabor de boca. Alguno que otro natural y derechazo de calidad y nada más. Quizá José Rubén peca en el empeño por torear de frente y echarse a los toros hacia atrás por lo que se le ve a merced del toro y le cuesta trabajo reponerse entre muletazo y muletazo. Pocos son los toros que le van a permitir ese estilo de toreo. Saludaron en banderillas Gustavo Campos, en el tercero, Christian Sánchez, en el cuarto y Gerardo Angelino lo hizo en el 3º y 4º. Al final del festejo se entregó una placa a la familia del matador Joselito Huerta en su cuarto aniversario luctuoso. |