|
Ha sido una verdadera pena que, los toros de Fernando Cuadri, esperados con verdadero interés, fracasaron por completo. Mansos, descastados, sin demasiadas fuerzas y con muy malas intenciones, les hicicieron pasar un mal rato a los espadas actuantes que, salvo Luis Miguel Encabo, sus compañeros pasaron un verdadero calvario.
Luis Miguel Encabo traía muchas ilusiones bajo el brazo y, para su suerte, le correspondió el lote más apropiado para el éxito. Es verdad que, tampoco eran de dulce sus enemigos pero, el madrileño, puso ganas y decisión. Estuvo muy regular con las banderillas, voluntarioso con el capote y acertado con la espada puesto que, tras un pinchazo y estocada, acabó con sus dos enemigos; es decir, en los dos, utilizó el citado pinchazo y la estocada. En su primero sufrió un serio revolcón al entrar a matar que, la fortuna, le privó de una cornada muy seria.. Le concedieron una oreja en cada toro como vengo explicando pero, más que nada, en premio a su valor y a su decisión.
El Renco torea muy poco y, para colmo, se encontró con dos toros ilidiables que, le hicieron pasar un verdadero calvario. Antonio Pérez, que así se llama el torero de Elda, anduvo con enorme decisión, voluntad a raudales pero, el material que tenía enfrente no era para echar las campanas al vuelo. Los toros exigían una lidia muy a la antigua y, en la época moderna, los toreros no están preparados para tales eventos; los toreros que tienen que pasar por semejantes fatigas y, los otros, todavía lo harían peor.
Serafín Marin venía hasta Alicante con la aureola de sus triunfos en Madrid y Barcelona pero, una cosa es la ilusión y, otra muy distinta, el toro que tiene que lidiar. Pasó enormes fatigas el catalán que, gracia a su labor en la calle, como ciudadano de Cataluña, le está dando grandeza a la fiesta en su tierra de origen.Pero en Alicante, su labor no pasó de voluntariosa puesto que, como explico, los toros no le dejaron le menor atisbo de creatividad. Le ovacionaron tras acabar con sus enemigos y, ahi murió la corrida.
Debe de plantearse muy seriamente lo que le está pasando a Fernando Cuadri en su propia casa, es decir, en el seno de su ganadería que, sus toros, otrora codiciados por los toreros, a este paso, dentro de cinco minutos, no encontró espada alguno que quiera enfrentarse a sus pupilos. Si Dios no lo remedia, le veo el mismo camino que tuvo que tomar José Antonio Hernández Tabernilla.
|
|