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Con menos de media plaza se celebró la segunda novillada de feria en que, con astados de Torrealta, desiguales y manejables en su conjunto, dieron el siguiente resultado para los toreros. Iván Pérez, Saludos y oreja. Julio Benítez El Cordobés, oreja y oreja. Cayetano, silencio y silencio. Era una novillada de absoluto lujo en que, los tres espadas, sin remisión, deberían de haber salido por la puerta grande y, dicho honor, sólo lo alcanzó Julio Benítez. Iván Pérez tiene planta y estilo, pero no resuelve nada. Se dejó ir dos toros de triunfo y, oportunidades como la presente, dudo mucho que las vuelva a encontrar. Le regalaron una oreja en su segundo enemigo y, quiénes se la dieron, con toda seguridad, no le quieren lo más mínimo. Se presentaba Julio Benítez que, teniendo las arcas llenas en su casa, ya es de agradecer que se quiera jugar la vida con esa sinceridad que nos mostró. El chico no es nada del otro mundo pero, su valor, su decisión y sus arrestos por triunfar, mucho me temo que le ayudarán para lograr sus objetivos. Cortó una oreja en cada uno de sus enemigos y, en honor a la verdad, la de su segundo todo, aún habiendo realizado una faena digna de mención, sobraba el trofeo por las cuatro estocadas que necesitó para acabar con su enemigo. Es verdad que, su disposición, su valor, sus arrestos, calaron muy hondo en el sentir de los aficionados que, como explico, no dudaron en premiarle y vitorearle. Igualmente se presentaba Cayetano que, auspiciado por la absurdez de la fama de su hermano, venia hasta Alicante cargado de fama y alharacas. No concretó nada y, la novillada era para redondear muchas cosas. Tiene mucho espejo sobre sus espaldas; ha toreado mucho de salón pero, frente al toro, se les desvanecen muchas ilusiones. Toreará mucho hasta que se le conozca. Se silenció su labor porque, la gente de Alicante es respetuosa con los que se juegan la vida. Una pena lo de este hombre que, está esperando que suene la flauta. |
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