|
Hoy la plaza de Las Ventas de Madrid se ha puesto de acuerdo en que Manuel Jesús “El Cid” se ha subido a la cima del toreo. Ninguno de sus colegas de profesión pueden estar a su altura, tras las dos recientes salidas por la Puerta del Príncipe de Sevilla y hoy por la Puerta Grande de Madrid. La hondura, profundidad, colocación y torería que atesora en la actualidad puede ser no ya superada sino siquiera igualada por los del resto del escalafón, llámense Ponces, Julis o lo que ustedes quieran. Pero además supera al resto ya que lo mismo le da que sean toros comerciales, alimañas, mansos o bravos. A todos los termina sometiendo a base de valor, colocación, enseñarles a embestir, tirar de ellos obligándoles a humillar, en definitiva toreando. No solo el 7 sino toda la plaza, está loco con alguien que ha demostrado lo que es la verdad del toreo eterno. Lo curioso de todo es que aún no ha hecho la faena perfecta pero está en el camino de hacerla. Y el día que lo consiga, rematando además con estocadas como la que recetó a su primer victorino, no sé lo que puede pasar. Desde los tiempos de los repetidos éxitos de Rincón y Tomás, nunca había visto esta plaza convertida en un auténtico manicomio. Veremos a ver si las consideradas figuritas quieren a partir de ahora compartir cartel con él. Bien sabido es la cantidad de campos minados, vetos y mafias que anidan en las catacumbas del taurinismo. Sólo recordar que José Tomás se tuvo que ir de esto por aburrimiento y manos negras a su alrededor. La corrida de Victorino fue muy seria y encastada, manseó en demasía pero se mantuvo a buen nivel aunque, a mi juicio, sin llegar al de los adolfos de ayer. A Encabo se le vio mermado de facultades pero demostrando sus grandes dotes de dirección de lidia. Bolívar aún es joven y está en el camino de aprender, sobre todo si mata corridas serias como la de esta tarde. Y al final, los del tendido 7 salían contentos de la plaza, olvidando las bochornosas tardes soportadas y con la ilusión renovada, porque El Cid había venido con la escoba y había barrido a todos. Sólo el veterano Rincón se había mostrado a su nivel. A ver si es verdad que el escalafón y los públicos en general comienzan a reconocer la diferencia entre TOREROS y pegapases, porque de éstos los hay a cientos y de los primeros muy pocos y ahora en la cima está Manuel Jesús “El Cid”. Esperemos que lo refrende el próximo miércoles en la Beneficencia y que todo sea para bien de la fiesta. Finalmente despedirme de ustedes, diciéndoles que he tratado de llevarles cada día el sentir de los aficionados del tendido 7 que, como ya dije anteriormente, no corresponde a los que se ubican en ese tendido sino una forma de entender el toreo de verdad, el toreo eterno, en definitiva el TOREO, así con mayúsculas. Gracias a la amabilidad de mi amigo Antolín que me ofreció poder hacerlo, espero que les haya gustado. Yo siempre lo escribí todo con mis vísceras de aficionado. Y hasta la feria que viene, amigos lectores.
|
|