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Todo un despropósito la lluvia que nos prepararon para la corrida, en una corrida de despropósitos. Quizá con otro tiempo Erizo, el cuarto de la tarde habría podido ser otro Bombito, el Miura que se eternizó bajo el caballo del picador de Padilla en Pamplona ejemplo de pura fijeza y bravura. Tal vez Legañoso habría podido ser tan bravo, como aquel Salinero con el que comparte capa, que lidió en Las Ventas Tomás Campuzano. Probablemente los toros de Miura no sean del gusto que tenemos ahora, excesivamente altos, muy vareados, almendrados cuando no culipollos de los cuartos traseros, de una bravura un poco atolondrada y con dificultades serias para humillar. Esas son también características de los Miuras y no sólo su listeza para buscar lo que se les ha quedado atrás. Pero si queremos ver los Miuras es por todo ello. Son una reliquia de una casta desaparecida, que desapareció precisamente por que no eran tan bravos o mejor, tan nobles como los toros de procedencia Vistahermosa, de donde proceden, prácticamente, todas las otras ganaderías. Por eso los Miura son importantes, pero si después de anunciarlos con una terna de toreros imposibles, les cambian por sobreros, porque unos indoctos les protestan por su trapío o no aguantan su flojedad, me siento engañado. ¿Alguien iba a venir a una corrida de Juan José Padilla con toros de Puerto Frontino?, si eso lo anuncian en un abono es para poner una denuncia por fraude. Entonces, ¿por que tantas protestas y tantos sobreros?. No caigamos también en los toros en la dictadura del pensamiento único que en los toros se llama la casta única de Vistahermosa. Protestemos los Miuras flojos, pero sepamos apreciarlos en su diversidad. Buena o mala, bendita diversidad. |
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