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Los taurinos, es decir los que viven del negocio del toro, dicen que los del 7 son unos reventadores, que lo único que quieren es echar por tierra a todo el que sobresale y llega a figura. En realidad, no es verdad. Lo que pasa es que gracias a que los del 7 discrepan a veces de la gente “finolis”, que ni sabe, ni entiende, ni se preocupa en saber lo que está bien o mal, ni falta que le hace y que además son mayoría en la plaza, consiguen muchas veces que los taurinos no nos den gato por liebre. Y unos pocos llevan la contraria a la mayoría. Y eso descoloca a los taurinos, les rompe los esquemas y les deja muchas veces con las vergüenzas al aire. Porque la verdad no siempre se puede esconder con una mayoría. Hoy domingo, nos habían preparado una corridita de las que se rifan las figuritas y los que aspiran a serlo. Eran de Núñez del Cuvillo, una vacada que no es de la Unión, ni de la Asociación, sino de la tercera Agrupación de Ganaderos. Y fueron saliendo por los chiqueros una colección de inválidos, no aptos para la lidia aunque, eso sí, no se derrumbaron. Pero estaban al límite de sus fuerzas y eso que no fueron casi picados. Pero el señor del palco, al que todo el mundo conoce como “Pajarita”, debe pensar que si un toro se mantiene de pie, aunque sea a duras penas, sin fuerza para embestir y consecuentemente sin posibilidades para que los toreros puedan cumplir mínimamente su labor y puedan triunfar, es un toro de lidia. Pues no, señor, no lo es. Un toro de lidia tiene que tener casta para embestir y la fuerza suficiente para soportar los tres tercios. Y eso le estuvieron diciendo desde el 7 toda la tarde. Pero no por reventar. Los reventadores son los que programaron esta vergonzante e indecorosa corrida en la primera plaza del mundo y esos no son del 7, señores. Miren mejor hacia los callejones y palquitos y burladeros de “enchufados”. Para muestra basta un botón. El picador Briceño citó bien para picar al sexto, movió el caballo adecuadamente pero falló estrepitosamente al realizar la suerte, dando las dos veces dos puyazos traseros y caídos, es decir en el sitio donde más se puede dañar a un toro. En el 7 se le reprochó enormemente la colocación de los puyazos ¿Y qué pasó entonces? Pues que la mayoría de ignorantes de la plaza, supongo que para fastidiar al 7, despidieron al picador con la mayor ovación de la tarde, como si fuese José Bayard “Badila” redivivo. Así está esto. La fiesta da asco por culpa de los taurinos y sus acólitos de prensa. Pero el 7 sigue ahí, para su desgracia. Y a él se están incorporando jóvenes. Porque, señores, ser del 7 no es nada de ubicación geográfica, sino una forma de entender el espectáculo en toda su integridad. Pero para eso hace falta un toro íntegro, cosa que hoy no hubo. Se cobraron las entradas como si fuese verdadero, pero todo era falso. Se simularon, por tanto, las suertes y el toreo. Eso se llama fraude. Los tres jóvenes toreros de hoy, con los toros de hoy, hubiesen salido posiblemente a hombros de cualquier otra plaza. De la de Las Ventas salieron por su pie y alguno con las orejas gachas ¿Tuvieron la culpa de ello los del 7 o fue de los taurinos por traer el perritoro? ¿No sabían lo que tenían que traer aquí? Bueno, sí, porque la autoridad lo permitió. En fin, una corrida más de toros, pero sin toros de lidia ¿Quién tiene, pues, la razón?
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