Mostrar el camino a los hombres, esa es sin duda la principal tarea del héroe. Llevar a cabo, a buen término, aquello que el hombre no puede acometer por creerlo superior a sus fuerzas. El héroe entonces se agiganta, aparece ante los ojos de los demás como un ejemplo a la vez atractivo e inaccesible. El torero cuando cita al toro de lejos, dándole la ventaja de su larga embestida, está representando el papel del héroe que somete en sus manos, con la ayuda de su muleta, al noble animal que lleva en su embestida toda la fuerza de la naturaleza. Aún más, cuando el torero formula su actuación de acuerdo a lo que se considera el canon del arte, el torero se considera un clásico. Rincón ofreciendo al noble y voluminoso Jandilla la longitud entera de la plaza para que pudiera correr en pos de su muleta, era la encarnación del héroe clásico, que tiene a la muerte en vilo esperando tras cualquier error. Cuando remata su serie con la bella trincherilla o con el airoso cambio de manos, comprendemos que el héroe nos ha mostrado la belleza del arte de torear. |