Pablo Hermoso de Mendoza estuvo inmenso en sus dos toros al cortar las dos orejas y el rabo del primero y las dos orejas del segundo. Jorge Gutiérrez se retiró en silencio en su primero y cortó una oreja en su segundo. Omar Villaseñor, quien recibió la alternativa, escuchó silencio y pitos, regaló un séptimo al que cortó una oreja. Se llenó la Monumental de Morelia en la tradicional corrida nocturna por la celebración de la noche de muertos. Se lidiaron siete toros de Luis Felipe Ordaz, uno de regalo, sin presencia, en general mansos y descastados. Únicamente el primero fue bueno y tuvo buen estilo, mientras que al cuarto se le dio arrastre lento inmerecido. Hermoso de Mendoza dio una cátedra de lo que es el rejoneo. A su primer astado lo fue encelando poco a poco hasta lograr que acudiera a su cabalgadura exhibiendo una excelente doma pisando terrenos comprometidos y realizando todo tipo de suertes ya clásicas en él. Incluso llegó a confundir hasta al propio Juez de Plaza que pensó que el toro era extraordinario cuando en verdad era un manso que volteaba contrario. Caso insólito, la gente pedía las orejas sin siquiera haber terminado la lidia. El rejón de muerte quedó en buena colocación para cortar merecidamente las dos orejas y el rabo. A su segundo, un animal manso y distraído, también lo sometió con maestría. Nuevamente se metió en terrenos comprometidos para extraer las pocas embestidas de la res. Otro rejón de muerte en buen sitio para cortar dos orejas más. Jorge Gutiérrez demostró el momento de madurez y reposo en el que se encuentra. Lidió en primer lugar un manso que no quiso saber nada de la muleta del hidalguense. La disposición y voluntad del torero quedó manifiesta en todo momento. Se retiró en silencio tras media estocada en lo alto. En el segundo de su lote, otro astado rajado, realizó una faena medida de mucha técnica y reposo. Aprovechó las pocas embestidas del toro terminando su labor de estocada entera en buen sitio para cortar una oreja. Omar Villaseñor recibió la alternativa con el toro Talismán No. 67 con 437 kilos. Desgraciadamente el moreliano dejó ver su verdor y falta de técnica ante un astado noble que traía las orejas colgadas con alfileres. Se puso pesado con el acero señalando hasta diez pinchazos. Escuchó un aviso y se retiró en silencio. En su segundo estuvo voluntarioso. Algunos adornos rescatables pero nada más. Nuevamente varios pinchazos y descabellos para escuchar un aviso y retirarse entre fuertes abucheos. Regaló un séptimo al que le dio muchos pases sin decir nada. Mató de media estocada para recibir una oreja que fue otorgada aparentemente para alentarle. Es una pena que en una fecha tan importante y tradicional, con el cartel que se anunciaba y sobretodo ante una plaza llena con un público que merece respeto, el ganadero haya enviado un encierro indigno tanto en presencia como en comportamiento para cualquier Plaza de Toros sea cual sea su categoría.
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