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Ante media entrada se han lidiado cuatro novillos de Yturbe Hermanos. Bien presentados y de juego desigual. Alfonso Mateos: silencio Martín Campuzano: cornada en la pantorrilla derecha de 30 cms. Christian Hernández: al tercio José Fernando Alzate: palmas Lástima verdadera la cornada que se llevó Martín Campuzano. Amén del pesar de ver a un torero herido, que ya es lamentable, por el buen desempeño que estaba teniendo en el ruedo. Hace unos dos meses lo habíamos visto en la Plaza México muy verde y con pocos recursos. Pero hablemos de lo de hoy. Este sábado ha dado la réplica. Apresurado con el capote, era quizá la señal de la intención de salir a mostrarse. Ante un novillo, deslucido, soso, que salía con la cara alta, que miraba y que fue el único que no recargó en varas fue mostrándose. Tandas amalgamadas, claro en relación a su bagaje, corriéndole la mano y ligándole. De pronto llegaba a perder la colocación, pero a cambio siempre se percibió disposición y una búsqueda por ir construyendo algo importante. Variado y valiente, hasta que en un cambio por la espalda muy ajustado el novillo lo empaló y ya en la arena le dio la cornada. Christian Hernández tenía la cara roja roja. Del esfuerzo, de la templanza, del aguante y el pulso que le ha puesto. Se las ha visto con un novillo peligroso de esos que siempre buscan las pantorrillas. Distraído, que desparramaba la vista, punteó desde los capotes. Empujó con el caballo, pero también alternaba esa carga con cornadas. Intentó veroniquearlo pero no terminó por acomodarse. Luego vino un quite por gaoneras no tan lucido como debiera. Pero con la muleta tuvo pulso y firmeza. El novillo desde los primeros muletazos repetía el defecto de vencerse y revolverse pronto. Esta condición del novillo y la resolución de Christian Hernández atrajeron la atención total del público. De dos o tres achuchones no se salvó el torero, sí producto de la inexperiencia para enfrentar a un novillo de estas características que además se fue quedando parado a medio viaje y ya con menos de medias embestidas. Pero a cambio él nunca se acobardó y trató de estar, resolver y finiquitar. Lástima que su desempeño con la espada sea tan defectuoso. Entre que no vacía y se sale de la suerte, todo quedó en una fuerte ovación en el tercio. Juan Fernando Alzate enfrentó también a un novillo nada fácil. Si bien recargó en los caballos, era muy distraído. Estaba en todo. Además era tardo y rascaba la arena, pero al mismo tiempo fue el que mejor metía la cabeza en la muleta, aunque por el lado izquierdo desde los primeros lances mostró tendencia a vencerse. No era un novillo para florituras o cosas fáciles. Bien metido en la muleta, atemperándolo, regalaba embestidas de calidad. Al colombiano Alzate se le notó verdor. Faltaba para estar suelto y resuelto. Sin embargo, estaba el esfuerzo por encontrar el sitio que exigía el novillo, por momentos ha mostrado que puede. Tras algunos pinchazos, logró meter un espadazo en buen sitio. Quien tiene mucho para reflexionar es el tlaxcalteca Alfonso Mateos. Era el más experimentado del cartel y también a quien le tocó el novillo que más se dejó. Como casi todos, apretó en el caballo pero era deslucido, que andaba con la cara alta y distraído. Era un novillo con una embestida más noblona, aunque por ahí también miraba al torero. Quizá esta última característica acentuada por no haberlo metido firmemente a la muleta. Muchos muletazos no malos, pero tampoco no del todo buenos. Me atrevo a decir, que por lo menos, se percibe una falta de ambición. Prueba de ello, es no haber tenido prestanza con el descabello, tanto que escuchó dos avisos. Mateos es un joven con un toreo de aroma, pero si no hay anhelo, apetito, las esencias no impregnan a nadie. |
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