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Hoy en el tendido había resaca. Después de las emociones vividas ayer, la gente estaba un tanto cansada. Por eso casi no se protestó la flojedad que presentaron los cinco de el Pilar, ni la pobreza de pitones de la mayoría (no acorde con su peso y volumen) excepto los del cinqueño sexto, aunque éste sólo se tapase con la cara, pues su trapío era muy escaso. Tampoco se protestó casi la caricaturesca simulación de la suerte de varas realizada a los cinco de la vacada titular. Por eso la mayoría del 7 decía que hoy los toros no se cayeron con estrépito porque no los habían picado. Sólo al cuarto, de Lagunajanda, que remendó la corrida, se le picó duro y trasero, resultando luego el que más protestaba en la muleta. Ante estos manejables ejemplares, los toreros se comportaron de forma diferente. Cepeda estuvo en su día gris, recibió un palizón del primero y no se acopló con el sobrero cuarto. El segundo y tercero fueron dos birrias de toros y Fandila y Tejela se los quitaron de encima con más pena que gloria. El quinto y sexto llegaron a la muleta con la nobleza (o estupidez) que tanto agrada a los toreros, pidiendo que les cortaran las orejas. Fandila y Tejela estuvieron por debajo de los toros, especialmente por la inevitable comparación con lo visto el día anterior. Fandila tuvo ligera petición de los claveleros y luego ni le hicieron saludar. Y Tejela cortó una orejita por una faena aseadita e irregular, coronada con una buena estocada. Como final, decir que Fandila intentó en su primero banderillear como mandan los cánones y fracasó rotundamente. En su segundo hizo la habitual demostración atlética pero eso, en Madrid, no es suficiente. La pena fue que hoy tampoco estuvo inspirado El Chano. Si lo llega a estar podía haber estallado la polémica en los tendidos y seguro que nos hubiésemos divertido. Pero no hubo caso. Ayer fue un día de jamón de pata negra y hoy no pasamos de la mortadela. Claro que, de todo se pueden sacar enseñanzas, si se quiere. Basta con reflexionar. |
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