La colocación en los emplazamientos de los tendidos de sobra es conocida por todos: situarse en el centro de la localidad asignada al efecto que indica la entrada del propietario, y una vez sentado, abrir ligeramente el compás para no molestar la espalda del vecino de localidad de la fila inmediatamente inferior. Esto que, a simple vista puede parecer una obviedad y aparentemente es fácilmente comprensible por un aficionado asiduo, no lo es tanto para un isidro medio, pues el detalle de la tarde de hoy, a falta de un gran detalle taurino, se situó en el tendido bajo del 3, en donde una isidra ataviada con un mantón de manila propinó a la que escribe estas líneas una larga cambiada que más fue un latigazo cuando le indiqué que la mala colocación de su espalda resultaba un tanto molesta e incómoda a mis rodillas. No contenta con la faena, la sujeta, en un alarde de gallardía para los allí presentes, le pidió a su chulapo que le cambiara el sitio, porque al parecer no estaba tranquila al tener a alguien más docto en la materia y más educada que ella.
"Allá donde fueres, haz lo que vieres", que decían los antiguos. Estos isidros ocasionales no sólo no se adaptan a las circunstancias y normas de civismo y educación, sino que además pretenden imponer su ley, su mala educación y modales a los verdaderos aficionados. Si no se quiere aprender a convivir en sociedad y adaptarse a la acomodación del recinto taurino de turno, que se abonen a la plataforma de pago, que para eso está, nos harían un gran favor.