|
Tensión, mucha tensión fue la que se vivió, cuando el marrajo de La Cardenilla, destrozó la taleguilla, del torero catalán Serafín Marín, de un certero y rápido pitonazo. Tan certero fue el derrote, que destrozó de arriba abajo todo el vestido de Marín, gracias a Dios sin consecuencias. Ahora, para rápido de verdad y artista, el mozo de espadas del torero, que en un abrir y cerrar de ojos y sin que se diera cuenta casi nadie del tendido, dejó el vestido de su matador, como si allí no hubiera pasado nada. Y la verdad, es que sí había pasado; lo que había ocurrido es que un torero, Serafín Marín, nos había dicho, “Señores, aquí estoy yo y hoy vengo a por todas”. Lo dicho, un pedazo de torero... y un pedazo de mozo de espadas. |
|