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“Hoy hemos asistido a un corridón de toros, aunque los toreros no han estado a su altura”. Así comentaban los del 7 a la salida del espectáculo. Los toros eran encastados, preciosos de lámina y casi todos con desarrolladas cornamentas. No es que fueran terroríficos, pues tenían las fuerzas justas, pero esa casta hizo que los de a pie anduviesen de cabeza toda la tarde. Y menos mal que no eran bravos porque si además sacan bravura no sabemos qué hubiese podido pasar, con la falta de conocimientos que había en el ruedo. Solo “Corruco de Algeciras” estuvo en profesional, lidiando al segundo y poniendo dos extraordinarios pares al sexto. Ahora comprendemos por qué Javier Conde no lo quería en su cuadrilla, pues le robaba aplausos. El toricantano Fernando Cruz estuvo digno y esforzado, pero aún verde y carente de recursos para hacer frente a tal torrente de casta. Al menos lo intentó a su manera. Decían desde el 7 que con la sustitución de Encabo por Iván García se había perdido en el cambio, ya que esta corrida era ideal para la lidia que Luis Miguel le hubiese dado a estos cuadris. Al menos Iván nos dejó ver lo bueno que era el tercero, especialmente por el pitón izquierdo, cosa que sus compañeros de terna nos ocultaron del resto. Dejamos para el final a Rivera. Decían los del 7 que acostumbrado a los medio toros que mata cuando se acartela con las figuras, demostró su falta de recursos y de técnica, cuando ayer (posiblemente por vez primera en toda su carrera) tenía enfrente a unos bichos que sólo eran....toros de lidia de verdad. Y no supo qué hacer. La monumental bronca y la lluvia de almohadillas con que le despidió toda la plaza recordó a las del Curro de Camas. Lo que pasa es que al día siguiente éste ponía la plaza boca abajo. Y a Rivera sólo le regalan las orejas en Sevilla. “Si fuera Fernando Cuadri lloraría de rabia, por haber estado criando durante cuatro años estos magníficos ejemplares, para que luego vengan unos indocumentados y no estén a su altura”, decían los del 7 a la salida. Y es que ya se sabe, cuando hay toros...no hay toreros. Aunque los juntaletras de siempre dirán que los toros no servían y eran imposibles, seguro. |
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