Anoche se celebró la tercera tertulia del XX Ciclo de Tercio de Varas en Linares; los invitados, dos conocidos aficionados de Madrid abonados del tendido 7: José Carlos Fernández-Villaverde y Faustino Herranz “Rosco”, presidente y vicepresidente respectivamente de la Asociación “El Toro de Madrid”; todo un lujo. Una mesa formada por estos dos aficionados de solera a los que se unió de manera casual Curro Díaz. Vaya estrado. Curro, fue escueto y claro en sus intervenciones dejando ver lo que él le debía a Madrid y a su afición, dijo: he nacido en Linares y resucitado en Madrid, haciendo referencia al toro de Valverde y al cuadri; también tuvo palabras de agradecimiento para Sevilla por sentirse muy bien tratado últimamente, y aunque se siente feliz de sus actuaciones en esta plaza, ansía cuajar un toro como él siente.

Pocos profesionales y medios de comunicación hemos visto hoy en Tercio de Varas, -“se entiende”-, sólo el picador ya retirado  Manuel Hernández “Tequila” acudió a la cita; es lamentable, no ver toreros en ciernes en estos actos en los que, seguramente, aprenderían muchos buenos conceptos. 

Comenzó, como es habitual, la presidenta de la peña Encarnación Garrido dando la bienvenida a los invitados; presentó y moderó de manera magistral Ángel Martínez “Argos”, un linarense afincado en Sevilla que no pierde el contacto con su pueblo natal; hizo Ángel una muy estudiada y sentida presentación de los dos contertulios, la afición de Madrid y su comportamiento. Un análisis del por qué son vilipendiados estos aficionados por los de provincias, en tono de humor, fue el broche de su acertada intervención.

Este fue el prólogo de que algo gordo iba a pasar esta noche.

Y así fue, pasó, nada más acabar de hacer sus exposiciones, José Carlos y Faustino, me sugirieron el titular de esta velada, estaba claro:  “Hablar de toros en serio y por derecho”; estamos hartos de escuchar informaciones sesgadas y demagógicas que en vez de aclarar, empañan las ideas de los aficionados; este mensaje venteño ha sido un soplo de aire fresco que ensanchaba los pulmones de todos aquellos que aman la fiesta de los toros.

José Carlos Fernández, después de agradecer la invitación a esta peña, hizo uso de la modestia y confesó no sentirse más aficionado que nadie; nombró tres de los cosos a los que asiste con mayor frecuencia: Madrid, Ceret y Cenicientos, tres plazas que no son precisamente indiferentes para los aficionados y menos para los toreros, allí se lidia el toro-toro. Sobre el tendido siete, dijo, que no es sólo un sector de una plaza de toros, sino una manera de pensar, es toda una filosofía. Dejó claro el contenido y la intención del manifiesto que su asociación ha publicado y, hasta dio un tirón de orejas a la peña Tercio de Varas por no haberse adherido aún. Todo se desarrollaba en un clima de absoluta seriedad. Basándose en lo que días antes había manifestado Vicente Sobrino sobre el tercio de varas,  -“que era un puro tramite”-  lo cual compartía, dijo, que esta frase no podía quedar sin contestar, e hizo lectura de un decálogo sobre este  tercio, con el cual, se podría solucionar esta hermosa suerte; la solución pasaría por  potenciar la actuación de los picadores haciendo mención de ellos en las reseñas y, teniendo en cuenta para premiar, tanto a los toros, como a los toreros, que los animales hayan cumplido en el caballo habiendo entrando más de dos veces en suerte. No valora al aficionado en función de la cantidad de veces que vaya a las plazas de toros, sino en relación a su actitud en ellas. En el repaso sobre las actividades de su asociación relató el trabajo que les costó conseguir la placa que hoy hay en las Ventas en memoria a Joaquín Vidal; no pudo contener la emoción mientras hablaba del desaparecido crítico, luego, en el coloquio, dejó claro, que aunque han quedado discípulos de él en la crónica taurina, hay un antes y un después de la desaparición de Vidal.

Faustino inició su intervención haciendo balance de su asistencia a los toros, dijo haber visto más de tres mil a lo largo de su vida, y le sobra casi todo, refiriéndose a que son pocas las cosas que le causan emoción. De memoria se recreó haciendo balance de la temporada 2007 de las Ventas, y tercio a tercio, fue desgranado lo que había ocurrido. Después de haber visto alrededor de trescientos toros en un año, sólo se acordaba de uno de Palha, Rabosillo, al que puso como ejemplo de bravura. Dijo ser un forofo de la verónica, el natural y el volapíe, y en este orden desgranaba lo que su corazón le iba dictando. Con el capote, refirió a Ambel Posada, que había lanceado de manera magistral; a caballo Leiro y alguno más, muy pocos; al natural, Curro Díaz, Talavante y Juli -buen cartel para Madrid-; y con el acero Uceda Leal. Balance que considera pobre para la cantidad de toros que se lidian en la capital durante la temporada. Una intervención sincera y honesta, en la que lució el gracejo madrileño que desataba, en momentos, las carcajadas de los asistentes.

El coloquio fue rico, interesante, didáctico y hasta terapéutico. Fue rico por la gran cantidad de incógnitas que se despejaron; interesante por su dinamismo y claridad; didáctico porque dejaron claro cual debe ser la posición que debe adoptar un aficionado en la fiesta de los toros y, por último, reconfortó de manera terapéutica a los aficionados presentes, dejándoles claro,  que su manera de pensar ni es locura ni quimera como a veces nos hacen ver taurinos y medios de comunicación.

Quizás me haya extendido demasiado, disculpen, pero, merecía la pena.