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05/05/2005
  (Ciudad de México) La aportación cultural del Centro de Estudios Taurinos de México
 
Firma: Francisco Coello
 
     
 

LAS PASIONES Y LOS INSTINTOS EN LA PLAZA DE LA PLAZA DE TOROS.

Las pasiones, los instintos son comportamientos humanos que bien o se llevan al extremo o guardan total y absoluto hermetismo. Digo esto por lo ocurrido ayer domingo 27 de julio de 1997 mientras transcurría la 9ª. novillada. Creo y estoy convencido que a los toros siempre acude público distinto, aparte del que en menor medida se le ve permanentemente.

Con esta apertura sin aparente coherencia, quiero manifestar el hecho de que en la labor muleteril de Alfredo Gutiérrez apenas en el prólogo de la novillada, el público sufrió una emoción causada en medio de ciertas confusiones, porque lo realizado por el torero en turno no fue de la gran calidad merecida por esos gritos y ese estremecimiento con que respondió la concurrencia.

El purismo original de mi apreciación debo trocarlo en una visión más moderada. El toreo, de siempre lo han admirado multitudes de diverso carácter y sean o no constantes en su asistencia, tienen el derecho de integrarse a un espectáculo que va modificándose no tanto como las modas pero sí en lo relativo a gustos, a ese concepto de sensibilidad que ha ido atenuando lo trágico y sangriento del pasado, tornándose en un espectáculo refinado y con pocos signos de salvajismo de hoy en día. Además, los otros factores que han ocasionado un cambio significativo en la forma de gozar las corridas de toros es el de un incremento desmedido de la población y de los medios de difusión.

Por supuesto que a todo (o bueno, a casi todo) se adapta el hombre, razón por la cual muchos ganaderos envían toros que las necesidades de un mercado más amplio van exigiendo. Asimismo los toreros con sus actitudes en las que según ellos hay que ascender más rápido que Gaona y Fuentes; o que “Joselito” y “Bienvenida” juntos, les afecta porque no van asimilando todo el sentido de responsabilidad, de orgullo y de vergüenza profesional para andar en estos menesteres.

Alfredo Gutiérrez es el protagonista de estas notas, pero fue Gerardo Gaya quien con el último de la tarde se alzó con un triunfo interesante pues si bien, durante casi toda la soleada tarde no hubo algo de sobresaliente, en el capítulo postrero, ya en un tono grisáceo y triste, el joven Gaya trascendió su fuego interior, su deseo y su gana por querer ser alguien en una etapa de la fiesta ávida de esos nuevos y buenos aires que siempre son bienvenidos como la renovación y la esperanza en un espíritu que las busca incansablemente.

Hubo un momento de intensidad en el que alguien del tendido lo alteró con un grito, seguramente provocativo, porque Gerardo parecía transformado, su ego confundido, y la fiesta, por ende, beneficiada al estremecerse con algunos pases entregados, a los que faltó la INTENSIDAD ABSOLUTA. Aseguró el triunfo colocando una estocada que mató sin puntilla por lo cual el juez tuvo a bien conceder la oreja.

Un aspecto que debe destacarse es el de la limitante o limitación que está imperando en la actual temporada novilleril al respecto de los triunfos que no conmueven, “triunfos” reducidos a discretas salidas al tercio, una que otra vuelta al ruedo, y, en menor medida, al corte de apéndices. El propósito de la presente acotación no va dirigido a interpretar el valor frío de una estadística, sino a reflexionar en el sentido de que durante el curso del presente serial no ha habido -ni por asomo- un acontecimiento de grandes dimensiones, lo que da idea de una falta de entrega y más profundamente, del escaso anhelo entre los muchachos porque uno, al menos uno, sea la figura central de temas y discusiones que tanto vienen a inquietar al “cotarro” taurino, el cual espera pacientemente la llegada de ese nuevo “ídolo”, al que incluso está dispuesto a rendírsele, siempre y cuando la esencia del futuro “amo y dueño de la situación” sea pura y auténtica.

Concluyó la novillada con aromas de aliento en la que esperábamos más de José Antonio Iniesta, novillero español quien la temporada anterior dejó muy buen sabor de boca. Paciencia, y ojalá refrende sus virtudes en las próximas tardes.

 
     
   
     
   
     

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